CÉSAR HERNÁNDEZ
Cuando las carencias, soledad y enfermedades se toman con optimismo, las malas cosas de la vida se aminoran. Tal es el caso de Doña Albita Martínez, una ancianita de 83 años que vive sola. Cuatro paredes son las que la acompañan día y noche, en medio de carencias. Sólo con el apoyo que el Gobierno Federal da a los adultos mayores. Y sus Navidades son como cualquier otro día…
“Sorda, ciega y desmemoriada”, se describe a sí misma Alba Martínez García. “Sólo me hace falta estar muda para estar como Shakira…” Bromea. A sus 83 años ha aprendido a vivir con optimismo. Pese a las carencias y enfermedades.
No escucha bien. Pero se notan sus ánimos al platicar cuando alguien la visita. La soledad la ha invadido entre cuatro paredes. Tiene cuatro hijos. Pero lamenta que muy pocas veces la visitan.
Dice que en Nochebuena va a misa. Luego vuelve a casa y se pone a rezar… Así ha pasado las Navidades durante los últimos años. Sin una cena para disfrutar… En soledad. Encerrada en su pequeño hogar y con la única compañía que da el fuego de una estufa de leña que calienta sus frías noches, mientras está recostada en una vieja cama.
Albita -como le dicen de cariño-, padece sordera. Le gustaría de regalo de Navidad un aparato para poder escuchar mejor y que se le complique menos la vida.
Además requiere una despensa y una cena calientita para disfrutar la Nochebuena “como es debido”. Como dice ella. Pero su escasez económica no se lo ha permitido.
Doña Albita, aunque quejándose de sus dolores, sigue viviendo con optimismo. A veces pidiendo prestado para comer sus frijolitos, tortillas y fruta.
Todos los días extrañando a sus hijos y añorando una visita para, aunque batallando para escuchar, poder platicar, pues así el día no se le haría tan largo…