Con paredes a punto de caer, un colchón y cobijas viejas, entre la chatarra, así vive don Miguel, quien desde hace un tiempo ha estado solo. La única compañía con la que cuenta es la de sus tres perros. Todas las mañanas salen a recolectar chatarra para vender al kilo y obtener algo de dinero para los alimentos del día.
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Miguel Núñez, también conocido en la colonia Emiliano Zapata como “La Parca”, es un hombre de 60 años de edad, quien desde hace más de 20 –según dijo-, ha estado solo con sus tres canes que lo cuidan.
Don Miguel radica sobre la calle “Lucrecia Toris” en un hogar a punto de caer. Los cimientos antiguos han comenzado a sufrir los estragos del tiempo y del clima; no hay ventanas ni puertas que lo resguarden del frío al menos, no en las habitaciones. La entrada está resguardada por una lámina que hace la función de una puerta, aunque no está asegurada; incluso en una ocasión estuvo en riesgo su vida debido a las débiles paredes que sostienen el techo donde vive.
“En una ocasión yo estaba durmiendo, –apuntó con su dedo al lado izquierdo de un cuarto sin ventanas-, cuando, de repente, sólo escuché un crujido y un ruido que me estremeció hasta los huesos. Cuando me percaté de lo que había sucedido me quedé helado. Pudo haber sido mi fin, puesto que a unos pocos centímetros de mí había caído un enorme pedazo de la pared. Desde entonces ya no duermo en esta habitación”, afirmó.
Este cuarto actualmente se encuentra desbalanceado, el tiempo, la humedad y la falta de mantenimiento han hecho que la habitación se descuadre, no es seguro el lugar, cada día que pasa la pared pone en riesgo la integridad de Don Miguel.
La habitación donde se mudó a tan sólo unos metros del cuarto en mención, carece de luz, una lona antigua colocada sobre la ventana que alguna vez tuvo cristales, es lo único que combate las rachas de viento frío que en los últimos días se presentaron; el seguro de la puerta no es más que un simple cable de una extensión eléctrica que la mantiene cerrada.
Para alimentarse, sale diariamente a recolectar latas de aluminio, objetos que en su interior contengan cobre para venderlo al kilo y ganar un poco de dinero con el cual compra alimento.
La recolección de estos objetos de significativo valor para él han comenzado a acumularse; toda la casa está repleta de cosas antiguas e inservibles, el enorme árbol que adorna la casa provoca que en esta temporada se inunde de hojas haciendo que luzca desordenada.
Para la preparación de alimentos, tiene que improvisar con ladrillos una pequeña fogata y con ayuda de una jarra de aluminio calentar el agua para café.
Sin embargo, cada vez que prepara alimento pone en riesgo su integridad, dado que el humo que genera la quemazón se guarda en el interior de la habitación donde cocina, pues no cuenta con las instalaciones correctas de una estufa de leña.
En cuanto a la hora de dormir, señaló que descansa en una cama vieja, una que por años ha tenido y no cuenta con el suficiente recurso ni apoyo para poder reemplazarlo; al igual que las cobijas con las que se arropa, son viejas y llenas de polvo y tizne, pero aún sirven para mitigar el frío.
Pese a que Don Miguel carece de comodidades, todos los días enfrenta la vida con una sonrisa, pues para él la compañía de sus fieles perros es suficiente para tener un motivo por el cual luchar.