EL SOL DE PARRAL
Hay varios “Méxicos” dentro de México por las distintas formas de apreciar la muerte, misma que ha evolucionado de tal manera que el catolicismo, a pesar de rechazar originalmente el uso de ciertas plantas y símbolos, se adaptó a un sincretismo de respeto, que en la mayoría de los casos, evoluciona con una tradición de millones de mexicanos por el altar de muertos a los seres que se recuerdan en la tierra.
Hoy, al celebrarse el Día de Muertos, el antropólogo Jorge Carrera, manifiesta que hay distintas formas de apreciar la muerte: el concepto Mesoamericano que está más ligado al centro del país, en donde existe una amplia tradición prehispánica que se funde con el cristianismo y que da como resultado una expresión sincrética o de mezcla.
De ahí viene que los mexicanos nos reímos hasta de la muerte, hacemos calaveras de azúcar, nos las comemos y la tradición de la poesía, las calaveritas, el culto a la muerte se representa con elementos tradicionales de flores, altares, agradecimiento y adoración.
En este sentido, dijo que este culto es retomado por el cristianismo y el catolicismo, resulta una mezcla en donde el día 2 es parte de un calendario religioso católico, pero con raíces prehispánicas.
Es aquí en donde se pone el agradecimiento en el panteón, que es un producto del Siglo XIX: la separación de la Iglesia del Estado. En el panteón se encuentra la tradición católica y estos elementos prehispánicos que tienen que ver con la comida, lo que vivía el difunto, lo que le gustaba, con la seguridad de que su alma regresa este día y convive con los vivos. Esta visión no es de dolor, sino de fiesta, ya que los muertos están presentes con sus familiares.
Incluso, manifiesta que hay películas en las que se destaca esta festividad, tal como la de “Coco”, que está llena de música de mariachi y elementos tradicionales. “La muerte en la antigüedad no era dolor, sino pasar el inframundo y este otro nivel de vida, no es el diablo representado por el catolicismo ni tampoco el debate si hiciste bien o mal, sino otra estadía superior a la terrenal.
De esta manera, el Antropólogo destacó que esta fecha ha evolucionado de tal manera que el catolicismo, a pesar de rechazar originalmente el uso de ciertas plantas, símbolos y demás, se adaptó a un sincretismo de respeto en la mayoría de los casos y evoluciona con una atracción de millones de mexicanos que comparten la tradición del altar, la comida, la evocación a los familiares, en el ánimo de que su presencia está aquí y nos contagia de festividad y compartir su sabiduría. Este es el de Mesoamérica y el sureste de nuestro país.
Mientras que en el norte la tradición del culto a la muerte, por los elementos prehispánicos no fueron tan fuertes, ya que no hay propiamente en los mestizajes, una tradición parecida a la mesoamericana porque aquí fue de otra manera el proceso de colonización.
Destacó que en este sentido la persistencia de las culturas fue menor y en su mayoría el mestizaje lo que hace es reproducir la conmemoración católica, que el día 2 tiene que ver más con duelo en ir al panteón, limpiar las tumbas, generar un rezo a los difuntos, es un recuerdo de añoranza, dolor, de una situación no festiva.
“Aquí como no había flores frescas como el cempasúchil. Por lo que se hicieron flores de papel, de celofán, flores artificiales y la tradición era limpiar las tumbas, pero hoy ya nos llegó la feria del hueso, también un contundente presencia del mercantilismo”.
Aseveró que las grandes concentraciones en los panteones, son aprovechadas por los vendedores, los comercios, aunque en el norte, tenemos que agregar el Halloween, como una expresión extranjera que nada tiene que ver con nuestra cultura; pero por la fuerza de la comercialización y el consumismo, gana presencia en la frontera norte de México, puntualizó el antropólogo Carrera.