Despiden al Centauro del Norte, deudos, villistas y la ciudadanía en general, siguiendo la marcha fúnebre desde la histórica Casa Stallforth hasta el Panteón de Dolores, recordando aquel fatídico día de hace 96 años, cuando sepultaron al general.
Desde temprana hora del día a un costado de la Catedral de Nuestra Señora de Guadalupe y de la Casa Stallforth, donde fueron velados los restos mortales del General Villa, comenzaron a juntarse las personas, no solo de Parral sino de otros estados como Nuevo León, Tamaulipas, Coahuila, Tlaxcala y del estado de Durango, la mayoría de ellos vestidos con los trajes típicos de sus lugares de origen.
Un ejemplo es la gente de ciudad Mante del estado de Tamaulipas, quienes portaban la tradicional “cuera” que es un chaleco de cuero y barbitas, la mayoría de las mujeres con sus vestidos de colores de los tiempos de la Revolución, vestidos de gala para despedir al caudillo del norte.
Fue aproximadamente a las nueve de la mañana, ya se estaban preparado las personas para acaparar la primera fila para cuando saliera el féretro que transportaría al general Villa a su última morada, estuvieran siguiendo el cortejo.
Fue notoria la asistencia de los diferentes grupos villistas que año con año acompañan en el cortejo fúnebre hasta el Panteón de Dolores, última morada del centauro. Comenzaron a formarse los grupos villistas unos con sus mantas que indicaban la procedencia y otros se acomodaron en el piojito, el camioncito tipo tren que hace los recorridos turísticos, también la banda de guerra del 76 Batallón de Infantería tomaba su lugar para estar preparados.
Ya alrededor de las 10:15 de la mañana fue sacado en hombros por villistas y autoridades municipales, quienes cargaron la caja fúnebre de color café, de forma respetuosa, fueron saliendo de la antigua Casa Stallforth hasta la carroza ya preparada en medio de la calle, en la que se colocó la Bandera adornando el ataúd.
La banda de guerra indicaba el comienzo de la marcha fúnebre, jalando la carroza por dos mulas que parecían también llorar la muerte del caudillo, pasando por las calles Mercaderes, Coronado, pasando por la Plaza Principal, tomando toda la avenida Independencia hasta el Panteón de Dolores.
El cortejo fúnebre siempre estuvo acompañado por una escolta de seis villistas que se encontraban junto a la carroza, una diligencia negra, la cual fue adornada con arreglos florales en su parte superior.
A lo largo del recorrido personas que se encontraban en las calles fueron tomando fotos y video del cortejo, con admiración y respeto seguían cada paso del trayecto de los villistas que transportaban el ataúd del más grande caudillo del norte hasta la última morada, había tramos en que los conductores de la carroza batallaban con las mulas que se negaban a seguir avanzando, pero con determinación jalaban las riendas para que continuaran con su camino.
A pesar de los fuertes rayos del sol, la gente no perdía detalle de los diferentes puntos del recorrido, fue un acompañamiento solidario con el hombre cuyos ideales aún persisten en la sociedad y marcaron la historia de nuestro país, integrándose a la educación, siendo uno de los pilares para que un pueblo progrese, la desigualdad social de los que tienen todo y los que no tienen más que su mano de obra.
Toda esta gente consiente del gran legado que dejó Francisco Villa, se unió a la atmosfera lúgubre, reviviendo aquel fatídico día de cuando enterraron al Héroe de la Revolución caminando hasta el panteón para rendir homenaje, ¡Fue un acompañamiento espiritual de haber perdido al caudillo que para muchos sigue viviendo en los corazones del pueblo.!
Llegadas las 10:50 de la mañana pisando ya el camposanto de Dolores, lo esperaba un conjunto musical con corridos que vitoreaban sus hazañas ¡Parral me gusta hasta pa morir! El mismo lo vaticinó y se cumplió hasta que su lecho de descanso eterno fuera esta tierra de mineral.
En la música que lo despidió, no podía faltar el corrido de Chihuahua, otra de las más conocidas cuya letra dice “Que triste cantan esas avecillas van a Parral, donde descansa el general Francisco Villa”
Este homenaje donde estuvo acompañado por autoridades gubernamentales además de la licenciada Lorenza Villa y Francisco Montes Garza familiares directos del general, acompañados también de los villistas y por el pueblo en general.
La triste escena culminó con un minuto de silencio, guardias de honor, para después quebrantar el mutismo para darle un merecido aplauso de manos de los asistentes que convergieron con la gente que llegó de las diferentes ciudades, gente del pueblo que además de recordar la Centauro del Norte estuvieron conviviendo de una manera amena, pues todos concuerdan en la admiración y respeto por el hombre que cambió la historia de México.