Entre desempleo, violencia doméstica, inseguridad, robos y drogadicción, viven 120 personas en el Asentamiento Tarahumara de San Andrés.
El albergue de la comunidad indígena ubicado en la Vía Corta antes de llegar a los campos del 40-60, se percibe un ambiente “pesado”, según señaló Lucrecia Rubí Cruz, gobernadora del asentamiento.
Informó que en el lugar viven 100 personas adultas, entre quienes algunas consumen algún tipo de sustancia nociva para la salud, entre las que se destacan el alcohol, mariguana y cristal.
Aseguró que no hay mes que no acuda personal de la Dirección de Seguridad Pública Municipal para atender llamados generados por violencia doméstica, mínimo una vez por semana.
En esta situación conviven una veintena de menores de edad y de ese número, hay infantes que ante la necesidad económica deben de acudir al centro de la ciudad a pedir kórima (dinero).
Otra de las problemáticas a las que se enfrentan es el asunto que gira en torno de los robos, porque los “amantes de lo ajeno” hacen de las suyas sustrayendo objetos de valor.
La entrevistada indicó que la principal fuente de empleo es de pepenador en el basurero municipal, las ladrilleras y obras de construcción, actividades con las que reciben ingresos económicos que sostienen a las familias; mientras que cerca de 30 forman parte de la estadística de desempleo.
En San Andrés habitan personas de diferentes municipios de la región serrana, dentro de los que se destaca, Guadalupe y Calvo, Guachochi y Balleza.