Sin duda la contingencia sanitaria por coronavirus ha venido a cambiar la vida de todas las personas, sin embargo no solo los hábitos de las personas se han visto modificados, ahora también la muerte y su protocolo son otros. De las largas filas de vehículos que conformaban los cortejos fúnebres, ahora solo el vehículo de las flores y un auto solo con los más allegados, acompañan a la carroza que lleva al difunto.
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Muchas han sido las disposiciones y medidas de prevención que hemos tenido que adoptar a fin de evitar la propagación del Covid-19, sin embargo, no solo el diario vivir se ha visto modificado por esta contingencia, sino que a la par se ha visto modificada la muerte y sus protocolos.
Ahora sí, haciendo alusión al dicho popular salido de una serie televisiva “mi vieja mula ya no es lo que era”, de ver funerarias completamente abarrotadas de personas despidiendo a algún difunto, ahora pareciera que las capillas están vacías, e incluso cerradas, ya que las velaciones se han venido realizando a puerta cerrada desde el inicio de la cuarentena.
Ahora tampoco hay quejas por el tránsito vehicular, el cual en ocasiones se tornaba lento por las largas y a veces interminables filas de vehículos que conformaban al cortejo fúnebre, esos eran otros tiempos, que solo Dios sabe cuándo volverán.
Y es que hoy en día en los sepelios solo se ven la camioneta que lleva las ofrendas florales y el vehículo en el que viajan, y solo dos personas, los familiares o allegados del difunto que es llevado en la carroza.
“Que triste que estemos pasando por esto, si de por si perder a alguien es feo, ahora no poder ir a darle el ultimo adiós, es peor”, así lo manifestaban algunas personas que aguardaban su turno para poder ingresar a una tienda ubicada en la calle por donde circuló el cortejo fúnebre.
Ya los vehículos no abarrotan los accesos al campo santo, el cual aún hace algunos meses dejaba escuchar las melodías que en vida agradaban al fenecido, o aquellas de cajón para el momento, ya no se escucha el "amor eterno", "el pescador" o "la cruz de olvido".