Un vestido corto, zapato de tacón alto y bien maquillada, Mirna espera a su próximo cliente. Ella, al igual que 300 mujeres, se dedican al trabajo sexual, su actividad las lleva a ser víctimas pontenciales de diversas violencias, asi como a no tener derecho a seguridad social, vivienda digna y acceso a otras prestaciones como cualquier trabajadora. Ante ello, han emprendido una lucha para ser escuchadas a fin de ser consideradas como trabajadoras no asalariadas.
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Mayte Regina Gardea, activista y presidenta de la asociación Unión y Fuerza de Mujeres Trans Chihuahuenses trabaja para que en el Congreso del Estado de Chihuahua se legisle a favor de este sector vulnerable, tal y como ya se hizo en la CDMX y en Querétaro.
La activista destacó que el reconocimiento al trabajo sexual como un trabajo no asalariado data de muchos años atrás, pues se impulsa desde que se luchaba por eliminar el carnet de sanidad que les imponía el Municipio de Chihuahua.
“Queremos, necesitamos y exigimos que se reconozca el trabajo sexual como trabajo no asalariado, porque esto garabtizaría el acceso a seguridad social, vivienda digna y salud como cualquier otro trabajador o trabajadora, es un derecho legitimo”, comentó Mayte, quien agregó que los y las trabajadoras sexuales son ciudadanas que contribuyen con pagos, impuestos, obligaciones y responsabilidades.
La activista ha tenido ya un acercamiento con las diputadas Jael Argüelles y Alma Portillo, espera que legisladoras de otras bancadas también se sumen a la dignificación de los derechos de las trabajadoras sexuales.
Un sector muy vulnerado
En Chihuahua las zonas de trabajo sexual son la calle Décima y Julián Carrillo y la calle 12 y Victoria en la zona Centro. El censo con el que cuenta Unión y Fuerza de Mujeres cuenta con 300 trabajadoras sexuales. Para muchas mujeres y mujeres trans, el trabajo sexual es la segunda opción de trabajo.
Lamentablemente las trabajadoras sexuales se encuentran en un estado sumamente vulnerable desde no tener acceso a un servicio de salud, el estigma, pasando por la discriminación, violencia sexual y física, hasta la trata de personas, la desaparición, el feminicidio y el transfeminicidio, sin dejar de mencionar las adicciones.
En las mujeres trans son las que más violencia sufren, dado que hasta para usar un sanitario son estigmatizadas, por lo que muchas se ven orilladas a recurrir al trabajo sexual, muchas no tienen estudios ante el desprecio de su familia.
“Muchas éramos abortadas por el núcleo familiar, se nos corre porque somos las vergüenza de la familia, no nos abraza una fuente de trabajo, nos abraza la calle y de la calle el trabajo sexual donde se derivan muchas violencias”, relata Mayte.
Algunas mujeres trans incluso ven afectada su salud al inyectarse biopolímeros y otras sustancias y seguir ejerciendo el trabajo sexual.
El trabajo sexual abraza también a mujeres que han sido victimas de violencia por parte de sus exmaridos, Luisa es uno de esos casos, quien emigró de un pueblo serrano, su marido la molía a golpes hasta bañarla en sangre, un buen dìa decidió huir, al no tener estudios encontró trabajo en una casa, pero la explotación era total y no le alcanzaba para pagar la renta y el estudio de sus hijos. Una amiga la invitó a trabajar en la calle, con ello logró solventar los gastos de sus dos hijos hasta darles una carrera universitaria.
El trabajo sexual es redituable, las mujeres ejercen con autonomía, “Nosotras mismas aprendimos con talleres de empoderamiento. No somos putas, somos trabajadoras sexuales”.
En las zonas de trabajo sexual hay horarios, hay quienes trabajan durante la mañana y otras trabajan durante la noche. Todas aspiran a que sus derechos sean respetados.
Mayte desde hace muchos años, se dedica a realizar trabajo comunitario, recorre las calles donde se ejerce el trabajo sexual para ayudar a las mujeres y hombres en la erradicación del vih y prevenir el virus del papiloma humano, infecciones de transmisión sexual. Es apoyada por instituciones como Fátima IBP a nivel local, a nivel nacional con Letra S y asociación Por la Libertad de Ser y Decidir de Andrea Luna y Dionoso Ibarra en la CDMX.
Reparte kits de prevención que consta de condones y lubricantes. Consigue condones de la marca Sico y Prudence que le envía la asociación Por la Libertad de Ser y Decidir de Andrea Luna y Dionoso Ibarra en la CDMX. La Secretaría de Salud a través de Capasits también le provee condones.
Realiza gestiones para conseguir toallas sanitarias para las mujeres y además de pruebas de vih, sífilis y hepatitis para que se les realicen a yeso y las trabajadoras sexuales. Además cuenta con un local donde acuden las y los trabajadores sexuales que se anuncian a través de redes sociales.
“Las trabajadoras sexuales tenemos los tacones muy bien puestos y vamos a estar dando la lucha”, señaló Mayte, quien considera que ya es tiempo de dignificar los derechos de las trabajadoras sexuales y se reconozca como trabajo no asalariado.
Nota original: El Heraldo de Chihuahua