En promedio, cada año se suman mil personas a la lista de “víctimas colaterales del suicidio” en el estado de Chihuahua, donde se mantiene un promedio anual de 300 personas que deciden quitarse la vida, y por cada una, al menos tres familiares que habitan en la misma casa presentan afectación psicoemocional tras el hecho.
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De acuerdo con el Análisis de Características de Morbilidad por Suicidios del INEGI, el estado de Chihuahua mantiene desde hace cinco años un promedio de 300 personas que se suicidan, de las que el 85% son hombres, y de este total, el 98% vivía con al menos tres personas en una misma casa, mientras que el 2% vivía solo. En el caso de las mujeres, el 99% vivía en la misma casa con al menos tres personas más y tanto en hombres como mujeres que se suicidan, las personas más allegadas eran padre y madre biológica, hijos, pareja sentimental y hermanos.
La maestra Patricia Hernández, psicóloga del Instituto Municipal de Salud Mental, explicó en la edición “Por tu Salud”, a cargo del gobierno municipal, que las personas que pierden a un familiar que decide suicidarse atraviesan por un duelo similar al que se lleva cuando la muerte ocurre por otras causas, como enfermedades, por ejemplo, sin embargo, expuso que en el suicidio existen otros componentes.
Indicó que la muerte repentina provoca en las personas más allegadas cuestionarse por qué tomó la decisión de suicidarse, o si en realidad no quería tanto a su familia, incluso lleva a caer en estigmas que aún se tienen en este tipo de muertes.
A su vez, el subdirector de Salud Mental del IMPAS, Mtro. César Ruiz, expuso que también se presenta una fractura dentro de la estructura familiar, posiblemente más entre las parejas que pierden a un hijo o hija, debido al sentimiento de culpa ante lo sucedido, y muchas veces, incluso, deciden separarse.
Respecto a los estigmas que prevalecen en la sociedad y muchas veces no permiten que las personas busquen ayuda profesional, indicó que debe desmitificarse el tema de la salud mental, inclusive cuando las personas acuden a una terapia psicológica, llegan a expresar que no desean ser tratadas por un psiquiatra.
Al respecto, la maestra Paty Hernández indicó que debe entonces entenderse como un tratamiento que se complementa con la atención psiquiátrica que incluye que el médico prescriba medicamento para que la persona salga de la etapa en que se encuentra.
Ambos coincidieron en que la salud mental debe verse como algo tan necesario como la salud física, ejemplificando que una persona que padece gastritis no es cobarde por el hecho de padecerla, al igual que una persona que atraviesa por depresión u otra condición mental y necesita ayuda, tampoco es cobarde.
En este sentido, el maestro César Ruiz expuso que no debe emitirse juicios como el señalar a alguien que toma la decisión del suicidio, ya sea consumarlo o intentarlo, pues expuso, la persona no lo hace porque no quiera vivir, sino porque realmente lo que quiere es dejar de sufrir, por lo que afirmó debe existir empatía para no juzgar este tipo de situaciones.