El andar de la multitud, lo perfumó el bosque de pinos y la música del riachuelo y el violín, acompañaron a la caravana, que siguió a pie a las carrozas fúnebres que contenían los cuerpos de los sacerdotes jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora.
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Cobijados del sol por las nubes que anunciaban la lluvia, se adueñaron de la carretera de Bahuichivo, desde el altar a la Virgen de Guadalupe ubicado en la salida de la localidad, a Cerocahui, un recorrido de aproximadamente seis kilómetros.
Custodiados por elementos de la Policía Estatal, niñas, niños, mujeres y hombres rarámuri y mestizos se unieron en cantos para glorificar a Dios y pedir socorro a la Virgen María; extendían al cielo banderas y globos blancos en son de paz, así como guirnaldas de colores para pedir por las almas de sus queridos guías espirituales.
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Tras de la comitiva que avanzaba a pie, una caravana de más de un centenar de vehículos realizaron el recorrido a baja velocidad, algunos provenientes desde la ciudad de Chihuahua, desde donde partieron alrededor de las 10 de la mañana; a las 3 de la tarde, la procesión continuaba a pie, cuando hubo que apurar el paso para guarecerse de la lluvia, en el túnel cavado en la montaña a la entrada de Cerocahui.
De ligera llovizna, a lluvia torrencial, la tormenta se prolongó por más de una hora, por lo que los vehículos de la caravana dieron auxilio a los marchantes para trasladarlos al pueblo, mientras que una parte de los asistentes permanecieron resguardándose de la lluvia en el túnel antes mencionado.
Luego de celebrar una ceremonia religiosa en el Sagrado Corazón de Jesús en la ciudad de Chihuahua y una velación en Creel, esta mañana partieron los restos de los sacerdotes Javier Campos y Joaquín Mora a la comunidad de Cerocahui en el municipio de Urique, en donde sirvieron a su feligresía por más de dos décadas, dando guía y apoyo espiritual a la congregación en la Sierra Tarahumara.
Los restos pasaron por algunas comunidades de Bocoyna y Urique, e incluso en su paso fueron colocadas banderas de color blanco y globos para pedir por el eterno descanso de los dos sacerdotes que fueron asesinados el pasado 20 de junio al interior de un templo en Cerocahui por un conocido pistolero de la región.
De acuerdo a la Fiscalía General del Estado, los sacerdotes jesuitas, fueron asesinados por un sujeto identificado como José Noriel P.G. alias El Chueco, quien a su vez asesinó a un guía de turistas y privó de la libertad a dos hombres con quien previamente se había conflictuado por un partido de beisbol.