Héctor Martínez, vicario de la Diócesis de la Tarahumara, compartió que hay gente confiable que le aseguran haber visto en la región a José Noriel Portillo, alias “El Chueco”; pero destacó que debido al temor con el que se vive, esto forma parte de un imaginario popular de la población, por eso “se le ve en todas partes”.
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En ese sentido, mencionó que mientras el Estado no logre concretar resultados tanto en la captura de dicho delincuente como en la disminución de la inseguridad, la gente continuará sintiéndose insegura temiendo represalias.
De la misma manera, tanto los empresarios como los turistas también sienten cada vez mayor temor, motivo por el cual insistió en extender un llamado al Gobierno a que refuerce las estrategias para que se puedan concretar los resultados.
Enfatizó que la cuestión de la seguridad en la región se ha vuelto muy compleja, pues la delincuencia organizada en este tiempo no tiene interés en sembrar los estupefacientes debido a que ahora se manejan las drogas sintéticas.
Por el contrario, ahora se dedican a la destrucción, la acotación de los municipios y a controlar las empresas que hay en la Tarahumara, especialmente las mineras, razón por la cual se requiere tanto mayor presencia de la Guardia Nacional como el fortalecimiento de las policías municipales.
En cuanto a las medidas cautelares solicitadas por los jesuitas explicó que se tenía la intensión de prolongar la presencia de los elementos de seguridad en toda la zona y a toda la población, no únicamente a dicha comunidad de sacerdotes.
Señaló que actualmente están desapareciendo varias comunidades, especialmente del municipio de Guadalupe y Calvo como consecuencia de la migración forzada ocasionada por el control de los territorios y de que no se tiene un control entre los mismos delincuentes.
Finalmente, en cuanto a la tala clandestina, cometida por los mismos delincuentes, dijo que no cree que sobreviva más de 30 años, pues los bosques están totalmente destruidos.