Bajo la promesa de un futuro próspero, los colaboradores y “empleados” de Desarrollo Humano y Capacitación Empresarial S.C. (D.H.E.) han permanecido durante años siendo víctimas de humillaciones, manipulación mental, abuso espiritual y laboral por parte de su líder.
“Fuimos sus esclavos, durante muchos años. Vivíamos convencidos de que en algún momento estaríamos mejor, pero la realidad era que no dejábamos de endeudarnos y destinarle todo nuestro dinero y esfuerzo sin recibir ningún beneficio”, comentó Sandra, ex colaboradora de la organización que ahora, ella y quienes lograron salir, reconocen como una secta.
La empresa se anuncia como un centro capacitador para llegar al liderazgo, ofreciendo seminarios en materia de comunicación, utiliza el método de coaching coercitivo, prometiendo que quienes se adentren a los cursos serán capaces de resolver los problemas de su vida, emocionales y económicos, llegando a tener una vida de éxito y una reconciliación con las personas a su alrededor, pero la realidad es completamente diferente.
De acuerdo con los testigos, el primer método de enrolamiento es la manipulación emocional, valiéndose de datos personales delicados que deben ser confesados por los participantes a sus supervisores y a la misma directora de la organización, Luz I.F., que son redactados y se encuentran al conocimiento de toda la comunidad.
“La Ley de Protección de Datos Personales en Posesión de Particulares te habla de que bajo ninguna circunstancia tienes que tener bases de datos sensibles de las personas; estamos hablando de religión, de preferencia sexual, estado civil. Estas hojas se usan para generar el control de la información. El líder la usa para manipular la intervención que va a tener en la persona, tan así que dice Luz I.F. que cada supervisor se tiene que saber de memoria las hojas del grupo”, explicó Sandra. También, los datos son utilizados para lograr un quiebre emocional de la persona y manipularla en dado caso de que empezara a cuestionar los métodos y prácticas de la directora.
Otra de las ilegalidades en las que la organización cae es en la violación al derecho constitucional de culto, al forzar a sus colaboradores de niveles más altos a brindar adoraciones al Santísimo, además de controlar el horario y lugar al que debían acudir a orar de manera semanal, las lecturas de la Biblia que debían hacer y el nivel de devoción al catolicismo con el que debían cumplir.
La Ley General de Trabajo establece que ninguna capacitación de empleados debe tener contenido religioso, pero dentro de D.H. se exigía a los trabajadores pagar más de tres mil pesos al mes para asistir a sus seminarios donde se hablaba de la Palabra de Dios.
Asimismo, ninguno de sus “colaboradores” goza de Seguro Social ni reciben el sueldo que se les prometió, no tienen vacaciones ni descanso semanal, así como tampoco se les permite trabajar en un horario ya prestablecido, pues están obligados a asistir por más de diez horas diarias, con la finalidad de que cumplan con sus tareas laborales, además de brindar servicio (ayuda en los seminarios).
“Hasta nos decía qué contestarle al IMSS si iban y nos entrevistaban; nos decían que todos decidimos que nos pagaran por quincena, que trabajamos en ese horario porque era por proyecto y nosotros así decidíamos trabajar”, dijo Rocío.
Lejos de que el poco sueldo por horario y carga de trabajo excesiva fuera suficiente, también se les retiraba cierto porcentaje monetario para el ahorro semanal que supuestamente era utilizado en los retiros semestrales. Cifra final del que Luz Imelda “podía disponer en cualquier momento y nunca nos entregaba recibos, comprobantes de pago ni estados financieros. Por todo el año se ahorran 250 mil pesos, de los cuales para nuestro retiro no se rebasaba de los 100 mil pesos los gastos, entonces ella se quedaba con 150 mil pesos, por lo menos durante tres años. Y cuando no pagas a tiempo, se te confrontaba tu honorabilidad, tu integridad, tu palabra”.
La empresa es dirigida por familiares de Luz I.F., siendo su hermana, Guadalupe F., la encargada de las finanzas. “Me di cuenta de que las tarjetas de los colaboradores -donde se especifica el monto pagado- se encuentran duplicadas, cuando le comuniqué el error explotó de rabia conmigo”, explicó Andrea, quien permaneció en D.H.E. durante más de diez años. De acuerdo con el Código Fiscal de la Federación, el llevar registros dobles, parcial o totalmente, es el delito de defraudación fiscal calificada.
Además del golpe emocional y psicológico que los exintegrantes sufrieron al salir de la organización o ser corridos por constantes desacuerdos con la directora, ahora se enfrentan a la revictimización por parte de familiares, amigos y sociedad en general, que no alcanzan a comprender la gravedad de la situación en la que permanecieron durante años.
“Hemos tenido que apartarnos de la familia o de amigos que no entienden, no hay conciencia social sobre la violencia que vivimos las víctimas de una secta, y hay familiares que no quieren ni investigar que te están dañando. Hay secuelas con las que las víctimas de sectas tienen que vivir toda la vida, porque nunca se recuperan. Toda tu intimidad religiosa, emocional y sexual está totalmente expuesta y no te puedes negar a compartir, tu parte más sensible está a la vista de todos”, explicaron las víctimas.