En el Real de Minas de San Joseph del Parral existe en el corazón de la ciudad una pequeña ermita bajo el patrocinio de San Juan de Dios, cuyo santuario resguarda en sus entrañas una joya oculta a la vista de todos los fieles que acuden con fervor a dejar al pie del altar sus intenciones. Desde la puerta principal del pequeño templo de adobe que consta de una sola nave, se puede apreciar a media luz un retablo con motivos dorados que data del siglo XVII y que inmediatamente obliga al visitante a dirigir la mirada a la imagen maternal de Santa María representada en la bendita imagen de Nuestra Señora de la Soledad.
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Fue a inicios de 1687 cuando Fray Bernabé de Quezada, perteneciente a la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, llegó al Real de Minas de San Joseph del Parral, proveniente de España y que, con la misión de tomar el cargo de prior del Templo de San Juan de Dios, trajo hasta nuestra ciudad la imagen de Nuestra Señora de la Soledad para ser parte de la capilla del Hospital de San Juan de Dios (primer hospital del Estado de Chihuahua) y que al día de hoy ocupa el lugar central en el retablo del altar mayor.
La imagen es una talla de madera procesional policromada, de tamaño natural, que porta una vestimenta de color negro con bordados dorados alusivos a la Pasión del Señor. En su cabeza presenta un nimbo o resplandor dorado hecho de bronce y que, en conjunto con las facciones y expresión de su rostro, revela que se trata de una imagen mariana dolorosa que representa a la Virgen María en el Sábado Santo, motivo por el cual su advocación corresponde a Nuestra Señora de la Soledad y no a Nuestra Señora de los Dolores que alude propiamente al Viernes Santo.
Desde el momento de la llegada de la imagen a Parral, atrajo la devoción de los pobladores, cuya principal actividad económica era la minería y que desde un principio se encomendaron a su patronazgo pidiendo su protección en los trabajos propios de la mina.
Fueron precisamente los mineros y los pobladores de aquella época quienes, a base de su fervor y devoción, lograron crear una tradición única en el mundo, transmitida de generación en generación que se conserva hasta nuestros días y que consiste en visitar cada viernes del año la imagen de Nuestra Señora de la Soledad. Fielmente acuden los devotos de la imagen desde primeras horas de la mañana y hasta muy tarde por la noche, en solitario o en familia a visitar la imagen, hacer una acción de gracias, o bien pedirle sus favores e intercesión; recordando que posee una amplia fama entre los laicos de ser una imagen milagrosa.
Fue así que al convertirse en una imagen tan venerada y querida por los pobladores de Parral, desde finales del siglo XIX y principios del Siglo XX, se llevaron a cabo las gestiones de otorgar a la imagen la Coronación Pontificia, siendo este uno de los mayores reconocimientos que puede recibir una imagen devocional en el catolicismo. El primer intento a cargo de Don Antonio Guizar y Valencia, entonces Obispo de Chihuahua, fue detenido por la persecución religiosa en la Guerra Cristera a la que diera origen el “Jefe Máximo” Plutarco Elías Calles quien violó los derechos y libertad de culto de los mexicanos.
Una vez terminada la persecución religiosa, fue en 1943 cuando nuevamente se pidió autorización a la Santa Sede para la coronación de la imagen, siendo su principal promotor el ilustrísimo prelado doctor Don Agustín Pelayo Brambila, concediendo finalmente la autorización el Papa Pío XII en el mes de julio del mismo año. Con alegría los Parralenses recibieron la noticia y realizaron todas las preparaciones pertinentes para llevar a cabo dicha tarea, que concluiría el 22 de octubre de 1943 cuando el Arzobispo Primado de México, doctor don Luis María Martínez, fungiendo como representante de Su Santidad, y bajo la mirada de cerca de 40,000 mil fieles provenientes de todo el país y el extranjero, coronó finalmente a la imagen, proclamándola además Reina de los Mineros y Santa Patrona del Estado de Chihuahua.
Agradecimiento especial por la información a Ángel Rodríguez Hernández.