Seguramente conoces a alguien que se irrita fácilmente cuando tiene hambre, es bien sabido que el estado de ánimo puede verse afectado por esta razón. Este fenómeno ha trascendido la esfera personal y se ha incorporado en la publicidad y en los dichos populares. Sin embargo, ¿te has preguntado por qué sucede esto?
Aunque algunos parecen ser más susceptibles a este síntoma, la realidad es que puede afectar a cualquiera, ya que la falta de alimentación impacta a todos por igual.
De acuerdo con un blog en Banner Health, escrito por Regan Olsson, la falta de comer de manera regular y a las horas habituales provoca un descenso en los niveles de azúcar en la sangre, lo que puede desencadenar sensaciones de cansancio, mareos e incluso desmayos.
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La ausencia de alimento también desencadena variaciones en hormonas clave como la insulina, la leptina, el cortisol y la adrenalina. Estas dos últimas hormonas, conocidas como hormonas del estrés, desempeñan papeles significativos en este proceso.
Según el Mayo Clinic, la adrenalina acelera el ritmo cardíaco y aumenta la presión arterial, proporcionando una dosis adicional de energía. Por otro lado, el cortisol eleva los niveles de glucosa en la sangre.
Ambas están estrechamente relacionadas con el estrés y los cambios de humor que experimentamos cuando no nos alimentamos adecuadamente.
En situaciones de emergencia, como la privación de comida, el cortisol reduce algunas funciones básicas del organismo. Además, interactúa con áreas específicas del cerebro encargadas de regular el estado de ánimo, la motivación y el miedo.
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El Mayo Clinic señala que cuando los factores estresantes, como el hambre, son persistentes, se puede generar un estado de alerta constante, lo cual puede desencadenar un aumento en padecimientos como ansiedad, depresión, trastornos digestivos, dolores de cabeza, tensión y dolores musculares, enfermedades cardíacas, ataques cardíacos, hipertensión, accidentes cerebrovasculares y trastornos del sueño.
Por esta razón, siempre se hace hincapié en la importancia de mantener una alimentación adecuada, especialmente para aquellos que experimentan estos padecimientos. Además, es fundamental evitar el consumo excesivo de alcohol, tabaco u otras sustancias.
A largo plazo, la falta de alimentación durante períodos prolongados puede desencadenar afectaciones más serias que los simples cambios de humor, como dificultades de concentración, gastritis, aumento de peso y daño neuronal, tal como lo sugiere la Universidad CME.