Clark Olofsson era un hombre encantador, inteligente y seductor, pero también extremadamente peligroso. Conoce la historia de uno de los delincuentes más buscados en Europa, quien además dio nombre a un curioso fenómeno entre sus víctimas conocido como el Síndrome de Estocolmo.
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El aporte de este hombre a la historia del crimen mundial fue debido a su asombrosa habilidad para envolver a sus víctimas, Olofsson hacía gala de una personalidad única, que junto a su gran amabilidad y poder de manipulación, lo hacían salir impune en sus fechorías.
Vivió toda su vida al margen de la ley, alcanzando fama internacional tras un suceso ocurrido en la ciudad sueca de Estocolmo, en el año 1973. Donde el célebre criminal participó en un robo que le daría la vuelta al mundo, se trata de un curioso acontecimiento que lo convirtió en figura mediática.
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¿Quién era Clark Oloffson?
Nacido en suecia bajo el nombre de Clark Oderth Olofsson, su vida se vio marcada con el engaño desde que era muy joven, ya que él y sus hermanas fueron llevadas a un hogar adoptivo después de que su padre abandonó a su familia, y su madre fuera recluida en un hospital psiquiátrico.
Buscando escapar de su triste situación, el joven Clark ingresó en una escuela de marineros tras falsificar la firma de su madre, lo que le permitió viajar por diferentes países; no obstante, al cumplir los 16 años fue enviado a un reformatorio juvenil, de donde logró fugarse junto a dos compañeros.
A partir de ahí comenzaría la inestable vida de Oloffson como un delincuente, pues apenas en 1966 recibió una condena de tres años en prisión al agredir a dos policías; sin embargo, de nuevo logró escapar. Más tarde se involucró en un crimen donde salió a relucir la muerte de un policía, con lo que Clark se convierte en un criminal conocido en todo el país, saliendo y entrando constantemente de prisión por sus fechorías, hasta que en 1973 llegaría un suceso que lo cambiaría todo.
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El robo del banco en Estocolmo
Era el 23 de agosto de 1973 cuando Clark Olofsson se encontraba recluido en prisión. En eso, un hombre identificado como Jan-Erik “Janne” Olsson entró a un banco en Estocolmo, cargando una metralleta oculta bajo su chamarra, para luego comenzar a disparar hacia el techo. Acto seguido, tomó cuatro rehenes, a quienes amenazó de muerte en caso de que la policía no cumpliera sus exigencias; pedía tres millones de coronas suecas (El equivalente a casi cuatro millones de dólares) y la liberación de su amigo Olofsson.
Para sorpresa de todos los presentes, la policía sueca comenzó a cumplir sus peticiones, y no solo llegó con un automóvil Ford Mustang para que el ladrón escapara, sino también con Clark Olofsson; no obstante, la policía no les permitiría salir llevándose a los rehenes con ellos. Así fue como los dos criminales y cuatro rehenes, permanecieron seis días dentro de la bóveda del banco, mientras la policía intentaba resolver esta crisis.
Fue durante este tiempo cuando sucedió para lo que solamente la psicología tendría una explicación; rehenes y criminales desarrollaron una relación de confianza como nunca antes se había visto. Esos seis días en ese banco y el poder de seducción y amabilidad de Clark Olofsson hicieron nacer el Síndrome de Estocolmo.
El cuarto día ocurrió lo más insospechado, cuando una de las rehenes llamó por teléfono al Primer Ministro de Suecia para decirle que tenía más miedo de la policía que de sus propios captores.
Finalmente, todo terminó con la policía bombardeando el banco con gas lacrimógeno el 28 de agosto y con Janne Olsson y Clark Olofsson rindiéndose de inmediato.
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¿En qué consiste el Síndrome de Estocolmo?
El psiquiatra y criminólogo sueco Nils Bejerot fue quien explicó la actitud de los rehenes de este caso como el "Síndrome de Norrmalmstorg”, aunque posteriormente quedaría bautizado como el Síndrome de Estocolmo.
Este curioso fenómeno es una reacción psicológica en la que la víctima de un secuestro o privación de la libertad, desarrolla una relación de complicidad y un fuerte vínculo afectivo con su secuestrador. Principalmente se debe a que malinterpretan la ausencia de violencia como un acto de humanidad por parte del agresor.
Según datos del FBI, alrededor del 27 % de las víctimas de cuatro mil 700 secuestros recogidos en su base de datos experimentaron esta reacción. Las víctimas que experimentan el síndrome, muestran dos tipos de reacción ante la situación: Por un lado, tienen sentimientos positivos hacia sus secuestradores; mientras que, al mismo tiempo, sienten miedo e ira contra las autoridades policiales o quienes se encuentren en contra de sus captores.