La historia de la curandera Pachita cobró relevancia en México durante el siglo pasado, no obstante, pocos saben que la llamada "bruja más poderosa de México" era originaria de Parral, conoce la historia de sus asombrosas curaciones, que hasta el día de hoy no tienen explicación.
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Pachita tuvo sus orígenes en un barrio humilde de Parral en el año 1900, la fecha exacta se desconoce, pero se sabe que desde muy pequeña, fue abandonada por su familia y criada por una persona con ascendencia africana, quien le transmitió parte de sus conocimientos, los cuales puso en práctica años después, tras mudarse a la ciudad de México.
Es conocida por realizar curaciones mágicas por medio de un proceso conocido como "cirugía psíquica", en la cual, Pachita entraba en una especie de trance y realizaba prodigios médicos que hasta ahora, no tienen una explicación científica; sin embargo, se sabe que cientos de personas acudieron a ella en busca de una cura milagrosa para todo tipo de enfermedades.
El caso de Pachita ha sido estudiado por científicos e investigadores de todo el mundo; como el psicólogo estadounidense, Stanley Krippner; el antropólogo cubano, Alberto Villoldo, e incluso Jacobo Grinberg, sin que ninguno de ellos pudiera explicar sus habilidades místicas.
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¿Qué hacía la curandera Pachita para sanar a sus pacientes?
En sus inicios, Pachita utilizaba hierbas y remedios naturales para curar a las personas, demostrando una gran habilidad, lo que la hizo ganar popularidad entre aquellos que buscaban sus servicios; no obstante, al pasar el tiempo, fue incursionando cada vez más en los terrenos de la magia y la metafísica, llegando a firmar que el espíritu de Cuauhtémoc, el último emperador azteca, tomaba el control de su cuerpo y le otorgaba la habilidad de realizar procedimientos quirúrgicos.
Para estos procedimientos, Pachita utilizaba un viejo cuchillo de cocina con el que abría a sus pacientes sin utilizar anestesia, removiendo los órganos dañados de las personas y colocando unos nuevos en su lugar, posteriormente, procedía a cerrar la herida y colocar algunas vendas, indicándole al paciente que reposara por tres días, luego de los cuáles, mágicamente sus heridas habían sanado.
¿De dónde sacaba Pachita los órganos que trasplantaba?
Todo tipo de teorías trataron de explicar el origen de sus milagros médicos, e incluso hubo quienes la señalaron de ser traficante de órganos; sin embargo, testigos refieren que su origen era algo mucho más difícil de explicar.
Resulta que Pachita realizaba sus cirugías en un cuarto oscuro, a la luz de las velas y sin recurrir a ningún tipo de medicamento ni anestesia, en el interior de su humilde vivienda; ¿Cómo era posible que ella tuviera acceso a órganos sanos como riñones o hígados?
Sus pacientes narran que en efecto, Pachita no obtenía los órganos por medio de traficantes o terceras personas, sino que los "materializaba", es decir, aparecían en sus manos en el momento de la curación, cuando ella entraba en una especie de trance.
Cuentan que ella se sentaba en una silla frente a un altar y comenzaba a respirar lentamente, luego de lo cual, cambiaba completamente su estado de consciencia, era ahí cuando comenzaba con sus cirugías; sin embargo, Pachita decía que al encontrarse en ese estado, no era ella quien operaba, sino que era el espíritu de Cuauhtémoc quien tomaba control de su cuerpo y mente, siendo ella solamente el "vehículo" para curar.
Científicos como el mexicano Jacobo Grinberg trataron de buscar una explicación para este fenómeno; en palabras de Grinberg, sería la misma Pachita quien operaba, al entrar en otro nivel de consciencia; "¿Cómo podía yo saber si en verdad Cuauhtémoc existía y era capaz realmente de ocupar el cuerpo de Pachita?", se preguntaba.
Por otra parte, el escritor Alejandro Jodorowski fue testigo presencial en una de sus cirugías y narra lo siguiente; "Yo la vi hundir el dedo casi por completo en el ojo de un ciego… La veía “cambiar el corazón” a un paciente, al que parecía abrirle el pecho con las manos, haciendo correr la sangre".
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"La vi abrir una cabeza y meter las manos. Podía sentir el olor de los huesos chamuscados, oía ruido de líquido… La operación no estaba exenta de violencia y constituía un espectáculo bastante crudo, a la mexicana, pero, al mismo tiempo, Pachita mostraba una dulzura extraordinaria”.
Fue tanto el asombro de Jodorowski, que decidió ponerse él mismo en manos de la curandera para que le sanara del hígado, tras lo cual, afirmó lo siguiente: "Me mostró un pedazo de materia que parecía moverse como un sapo, lo hizo envolver en papel negro, me colocó el hígado en su sitio, me pasó las manos por el vientre cerrando la herida y al momento desapareció el dolor. Si fue prestidigitación, la ilusión era perfecta”.
De cualquier modo, nadie fue capaz de obtener una respuesta satisfactoria a la interrogante sobre Pachita, y hasta el día de hoy, su historia permanece en el recuerdo de los mexicanos, diluyéndose poco a poco hasta ser considerada por algunos como una mera leyenda urbana.