El descubrimiento de ricas vetas de minerales dio origen al pueblo de San Diego de Minas Nuevas, fundado en el año 1607 y que con el tiempo se convirtió en un centro minero de importancia en el estado de Chihuahua, pero al mermar la producción de esta actividad poco a poco las fuentes de empleo fueron desapareciendo y los pobladores buscaron mejores oportunidades de vida en otras ciudades, por lo que en la actualidad la comunidad de Villa Escobedo, como también es conocida, se encuentra casi abandonada como un pueblo fantasma que a 416 años de su fundación se resiste a desaparecer.
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Como bien dicen, la historia de la minería es la historia de México y para los españoles, las riquezas minerales fueron el principal objetivo de la conquista de la Nueva España, lo que dio origen a que se fundaran en diferentes estados de la República Mexicana pueblos y ciudades donde se desarrollaron grandes centros mineros.
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¿Cómo nació San Diego de Minas Nuevas?
Fue así como se fundó en 1607 el pueblo de San Diego de Minas Nuevas, que tuvo un gran desarrollo en la época colonial como un centro minero importante y que tras la independencia de México se convirtió en cabecera municipal del mismo nombre, hasta que en 1910 por decreto le fue modificado el nombre a Villa Escobedo, como oficialmente hasta nuestros días se le conoce, pero la verdad es que ese cambio de nombre nunca adquirió un arraigo entre los pobladores que a la fecha lo siguen llamando Minas Nuevas.
La actividad minera y por lo tanto la población de Villa Escobedo comenzó a descender tras el fin de la Revolución Mexicana, motivo por el cual el 18 de julio de 1931 un decreto del Congreso de Chihuahua, lo anuló como municipio y lo incorporó al de Hidalgo del Parral, al cual pertenece hasta el día de hoy.
El auge de la minería en Villa Escobedo jamás volvió a ser el mismo, por lo que ahora es considerado prácticamente como un pueblo fantasma, con una población escasa y prácticamente una nula actividad económica desde hace 30 años que terminó la bonanza de las actividades mineras.
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La migración fue evidente y, el pueblo poco a poco se ha ido quedando solo y en el olvido, ya que en la comunidad radican únicamente cinco familias originarias que sobreviven de actividades de la agricultura y la ganadería, mismas que se resisten a abandonar lo que siempre ha sido su hogar a pesar de que también se ven afectados por la sequía.
La falta de inversiones en actividades productivas como hace 50 años en que todavía existía la minería y que incluso ocupaba trabajadores que viajaban desde Parral, eso era lo que le daba vida al poblado, ahora Minas Nuevas está en el olvido y sus habitantes afrontan además de problemas por la falta de un empleo que les genere un ingreso para subsistir, también escasez de agua por la sequía, lo que también merma la agricultura y la ganadería.
En la actualidad los pobladores ya no siembran sus tierras como antes, debido precisamente a la sequía de los últimos años y esto también los ha desmotivado para continuar cultivando maíz, frijol y chile; incluso las hortalizas en los patios y huertos; mientras que el ganado en muchas de las ocasiones es malvendido para poder subsistir y sostener al demás ganado con el cual se cuenta.
Algunos de los habitantes para salir adelante viajan hasta Parral para trabajar, pero también el camino se encuentra en muy malas condiciones para trasladarse, siendo otra de las situaciones de atraso en la comunidad de Minas Nuevas.
Por todo este tipo de situaciones la gente poco a poco ha ido emigrando, ya que de 15 familias originarias que habitaban la comunidad, ahora sólo quedan cinco; la mayoría migró a la ciudad de Parral, a la capital del estado e incluso Estados Unidos y los pocos y nuevos pobladores que llegan son grupos de tarahumaras que trabajan en aserraderos y que se establecen por temporadas construyendo casas de madera y lámina.
Es así como a pesar de las adversidades y el olvido de las autoridades, la comunidad de Villa Escobedo o Minas Nuevas, como guste llamarla, se resiste a desaparecer con habitantes que tienen un gran arraigo y amor por su tierra, pero que también cada día son menos, al migrar muchos de ellos en busca de una mejor vida para sus familias a otras ciudades.