En cuanto ascendió a la presidencia de México, Francisco I. Madero fue duramente criticado por sus detractores, quienes no dudaban en sacar a la luz cualquier detalle “turbio” de su persona para justificar sus ataques; uno de tales rumores, y que en este caso resultó ser cierto, es que las creencias religiosas del presidente eran poco convencionales, pues él mismo afirmaba que podía comunicarse con los espíritus.
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A lo largo de la historia de México, hubo presidentes con costumbres poco ortodoxas, quizá una de las más llamativas, es la creencia de Madero en el espiritismo, doctrina en la que, según sus creyentes, es posible establecer comunicación con los espíritus de los difuntos, ya sea mediante el uso de instrumentos, o por medio de personas con esta habilidad paranormal, conocidos como “médiums”.
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La figura de Madero es una de las más importantes en la historia de México, mismo que en el año 1908, escribió un libro llamado "La sucesión presidencial en 1910”, criticando al poder absoluto de Porfirio Díaz.
Por ello, en cuanto Madero se convirtió en el nuevo presidente, los simpatizantes del Porfiriato y quienes no estaban de acuerdo con sus ideas liberales, empezaron a esparcir rumores sobre sus prácticas “dudosas”, contrarias a la religión católica. Inclusive se llegó a afirmar que el presidente era un médium escribiente; es decir, una persona con la capacidad de escribir mensajes dictados por los espíritus al entrar en trance.
Madero abrazó la doctrina espiritista tras la muerte de su hermano
Desde su juventud, Madero se vio influenciado por las creencias en el espiritismo, cuando estudió en París en el siglo XIX, en pleno apogeo del movimiento espiritista en Europa.
De acuerdo al historiador Enrique Krauze, una de las causas que motivaron a Madero a volverse un fiel seguidor de estas creencias, se dio tras la repentina muerte de su hermano Raúl, quien falleció al caer accidentalmente sobre una lámpara encendida untada con petróleo.
A partir de ahí, el joven Madero trató de buscar respuestas sobre lo acontecido tras la muerte, incapaz de superar la pérdida de su hermano. De esta manera, tuvo acceso a obras literarias como “El libro de los espíritus”, de Allan Kardec, que se volvió su libro de cabecera.
Sus creencias lo llevaron a incursionar en la política
Los libros de espiritismo influyeron tanto en su forma su pensar, que él mismo afirmaba que; “lograron transformarme, de de un joven libertino e inútil para la sociedad, han hecho de mí un hombre de familia honrado”, como escribió él mismo en "Mis memorias" y que condujeron su modo de actuar en su futura y corta vida política.
Sin embargo, el momento cumbre dentro de las prácticas espiritistas de Madero fue antes de tomar la Presidencia, en el año 1901, cuando él mismo creó la llamada “Sociedad de estudios psíquicos San Pedro”, orientada a investigar y difundir sus creencias.
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Utilizando seudónimos como Arjuna y Bhima, Madero escribía artículos del tema en la revista “La Cruz Astral” de Coahuila. Así mismo, fue autor de innumerables cartas “dictadas” por personajes fallecidos, como su hermano Raúl.
Algunos biógrafos inclusive llegan a afirmar que muchos acontecimientos clave en la Revolución Mexicana serían “inspirados” desde el más allá por los espíritus de José María Morelos y Benito Juárez, mismos que Madero contactaba utilizando sus conocimientos y les pedía consejos sobre gestiones importantes.