En medio de la vorágine tecnológica que no tiene retroceso ni descanso, pues cada vez avanza a pasos agigantados, la educación tuvo una evolución demasiado rápida de tal manera que acabó por aplastar, por así decirlo, algunos sistemas tradicionales de enseñanza que irremediablemente terminaron por ser obsoletos.
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Y en ese avance en la tecnología acabó por desaparecer uno de los sistemas educacionales de los años 70s, 80s e indios de los 90s principalmente. Estamos hablando de la taquigrafía. Ese sistema rápido y conciso que permitía, sobre todo a las secretarias, a crear trazos breves de escritura, abreviaturas y caracteres especiales para representar letras, palabras y frases que, en algunos casos, era difíciles de descifrar.
Los tiempos cambiaron para siempre: Ahora todo es tecnológico. Tanto que ya tampoco se usa la máquina de escribir tradicional, lo cual ha quedado en el recuerdo nostálgico de aquellas épocas, en que muchas generaciones se formaron en las escuelas y carreras comerciales que tuvieron un auge muy importante y destacable en la educación terminal.
¿Para qué se utilizaba la taquigrafía?
El aprendizaje de la taquigrafía era relativamente fácil, pero su uso rápido requería de una gran destreza por el dictado que las secretarías, principalmente, deberían tener. Por lo cual, su uso necesitaba de mucha práctica. Es importante resaltar que el taquígrafo poseía una forma muy propia de escribir sus signos, por lo cual era imposible estandarizar una forma exacta de escribir.
Se reconoce que la taquigrafía es una disciplina que requiere abreviaturas, caracteres y signos que equivalen a palabras, letras y frases con el objetivo de que la escritura pueda ser tan rápida como el habla. Estos sistemas se utilizaban para la transcripción de discursos incluso en tiempo real.
Algunos afirman que existen seis tipos de taquigrafía y cada uno tiene sus variantes complejas para el aprendizaje. Sin embargo, de estos seis sistemas destacan dos que eran los más estudiados: El Pitman y el Gregg, que son los apellidos de sus creadores Isaac Pitman y John Robert Gregg. Sus métodos fueron adaptados a los idiomas y permitían escribir hasta 200 palabras por minuto. Su nombre viene de dos vocablos griegos que son taxos (rapidez) y grafos (escritura).
Así, la tipo Gregh es un sistema de escritura fonética, lo que quiere decir que graba los sonidos del hablante y no la ortografía de la palabra. Por ejemplo, utiliza el símbolo para la S, la C. En tanto que la Pitman usa los trazos rectos y de cuarto de círculo en diversas orientaciones para representar sonidos consonánticos. La forma predominante de indicar vocales es mediante puntos, rayas y otras marcas especiales dibujadas cerca de la consonante.
La taquigrafía en el periodismo
Incluso, se sabe que en el siglo XIX la taquigrafía se conocía como fonografía. La utilizaron por primera vez los periódicos que enviaban fonógrafos para cubrir discursos importantes La práctica obtuvo la atención nacional en Estados Unidos en 1858 durante los debates de Lincoln-Douglas que se grabaron fonográficamente.
El cronista e historiador sinaloense Leopoldo José H. Burger menciona a Celia Otáñez como la mujer que llegó a convertirse en la persona más rápida del mundo en utilizar o implementar la taquigrafía. Narra que “Celia fue campeona mundial en esa técnica y en una ocasión llegó a 235 palabras por minuto".
Mientras que la periodista y maestra Martha Alicia Araujo, originaria de Culiacán, Sinaloa, recuerda “el alfabeto de líneas rectas y curvas que utilizó en aquellos años de estudio en el Instituto Comercial Webster”. Cuenta que ahí aprendió una práctica que ha recaído en el olvido: la taquigrafía, a la que describe como un arte que ahora se podría decir que muy pocos practican.
Afirma que “esos conocimientos con los años me fueron de gran utilidad para el desempeño de la labor como reportera”, aún no existían las grabadoras y por lo tanto cualquier entrevista era tomada en taquigrafía, lo que le facilitaba el trabajo en los medios de comunicación.
Parral y la taquigrafía
En este contexto, la ciudad de Parral no se queda atrás, ya que de los años 60 y hasta los 90 contó con un gran número de escuelas prestigiosas donde se impartió la materia de taquigrafía, entre ellas se cuentan las academias comerciales como la México, Justo Sierra, Mercantil Bancaria y el Instituto Cervantes que aún perdura hasta la fecha y en la que fue director el recién fallecido Asunción Mendoza Montana, donde también fungía como maestro.
Varias generaciones de egresados lograron colocarse en las más importantes empresas y bancos, donde era necesario el conocimiento tanto mecanográfico como en la taquigrafía, la cual practicaban sobre todos las secretarias ejecutivas de los consorcios de ese entonces. Ahora, en este tiempo las escuelas comerciales y secretariales no existen más, sólo queda el legado de una educación que buscaba hacer más eficientes a los estudiantes al momento de ingresar a la fuerza laboral en las empresas.