La ciudad de Parral, a través de su historia, ha sufrido una serie de catástrofes naturales que van desde sismos hasta lluvias torrenciales, pero sobre todo los hechos que más han marcado a sus habitantes, son las inundaciones. De las que se tiene memoria están la del año 1837 y la 1932. La de 1944 es la que más se recuerda por lo destructivo que resultó sin dejar pasar la inundación del arroyo el Alamillo en 2008.
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Unas más que otras han resultado destructivas: la del 8 de septiembre de 1944 marcó para siempre a los habitantes y la cual está muy bien documentada por los medios de comunicación de la época como El Correo de Parral, uno de los impresos más influyentes de la historia local.
Tragedias que marcaron a Parral
Cómo olvidar las tragedias que dejaron huella, precisamente la de 1944, la cual guarda episodios tan lamentables por las víctimas que cobró, como las 14 niñas del extinto asilo Josefino, hace 80 años cuando la repentina creciente del río que atraviesa la ciudad, alcanzó el edificio que las resguardaba. “Las dejaron encerradas y no pudieron salir…” es el traumático recuerdo de los pocos testigos que aún quedan con vida.
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Han pasado ya ocho décadas de ese episodio, 8 de septiembre de 1944, fecha en que la ciudad de Parral fue devastada por las tempestuosas aguas del río que lo vio nacer junto con la mina "la Negrita", el mismo que hoy sigue definiendo su traza urbana, serpenteando de orilla a orilla y que de vez en cuando les incita temor a sus habitantes por causa de sus impredecibles avenidas.
Al respecto, testimonios de los periodistas Rubén Rocha y Eloy Morales Torres, recuerdan en sus obras los pormenores de esta inundación. Por ejemplo, en el libro “Aquel imborrable 8 de septiembre”, señalaba como la más grande de la historia de Parral por el número de víctimas que cobró, siendo 31 personas -mayormente menores de edad- y por los daños materiales que arrojó.
¿Y qué decir del arroyo El Alamillo?
Otro de los episodios que enlutaron hogares parralenes es el llamado “Agosto negro”. Este año se cumplieron 16 de aquel aciago 2008, cuando la caída de 323 milímetros de lluvia en menos de tres días probaron en Parral otra de las peores inundaciones de que se tenga memoria. La torrencial lluvia dejó a su paso tres personas muertas y daños materiales por 250 millones de pesos.
La catástrofe fue tal que la creciente del hasta entonces desconocido arroyo El Alamillo sacó literalmente decenas de cadáveres del viejo Panteón de Dolores. Las imágenes aún rondan la memoria de los parralenses. Recuerdan cómo vecinos de las colonias como Del Parque, Las Fuentes y Praderas sufrieron las consecuencias y aún a la fecha prevalecen los vestigios de la catástrofe heridas aún abiertas.
La vez que el agua destruyó 250 edificios en 1932
Así, llegamos a la inundación de los años 30s. El escritor Eduardo Adolfo Esparza Terrazas narra en su obra “San José del Parral, Historia de una Ciudad de abolengo”, que el 8 de septiembre de 1932 se produjo esta catástrofe cuando se desbordó, una vez más, el Río Parral (Río San Gregorio), destruyendo 250 edificios en una extensa área que abrazó desde el barrio de las Huertas, el extremo más lejano río arriba, hasta el famoso Molino del Retiro, último punto del caserío río abajo, localizado poco antes de llegar a la boquilla.
Afortunadamente, en esta ocasión no hubo desgracias personales debido a las medidas preventivas tomadas por el presidente municipal de ese entonces, don Gabriel Chávez, quien cuando tuvo noticias de que se avecinaba una inundación, ordenó la evacuación de toda esa zona salvando la vida de numerosas personas.
Por cerca de 100 años, de 1837 a 1932, el río daba una tregua a los habitantes de Parral después de la última inundación, pues las avenidas torrenciales no causaron daños. Aunque hay datos de que cuatro años después, a la una de la mañana del 24 de septiembre de 1936, la escena se volvió a repetir por las mismas causas. Tempestades en las Sierras, torrenciales avenidas de los arroyos y la insuficiencia del cauce del río Parral, provocaron la destrucción de muchos hogares, además de la pérdida de vidas con el derrumbe de dos puentes.
Inundaciones en Parral ha habido en diferentes épocas. Han lastimado a sus habitantes por lo trágico que resultaron; sin embargo, no han vencido el carácter fuerte de sus habitantes ni su optimismo y esperanza por levantarse para, una vez más, reconstruir y seguir adelante aportando al desarrollo de esta gran ciudad.
