La comunidad menonita más próspera e importante de nuestro país se encuentra en Cuauhtémoc, Chihuahua, y tiene una historia de casi cien años; a partir de 1922, durante la administración de Álvaro Obregón, los menonitas llegaron a estas tierras chihuahuenses desde Manitoba, Canadá.
Recibe las noticias más importantes directo a tu WhatsApp
Desde ese momento hasta el presente, la comunidad menonita se ha desarrollado y crecido de manera asombrosa, tanto, que hoy sus campos y comunidades son muestra de perseverancia, disciplina y trabajo.
Los menonitas son un grupo étnico-religioso cuyos orígenes se remontan a 1525; inicialmente, el líder religioso de este grupo fue el anabautista pacifista protestante Menno Simon (1496-1561), con el tiempo, los menonitas tuvieron que emigrar, en la mayoría por diferencias irreconciliables con las políticas de los países que los recibieron.
Te puede interesar: No sólo es queso y galletas, conoce los platos típicos de la cocina menonita
Los menonitas tienen sus propias iglesias y escuelas, son personas pacifistas y mantienen un hermetismo social y cultural que no siempre es bien tomado por el pensamiento intolerante y nativista.
¿Cómo llegaron los menonitas a Chihuahua?
En el siglo XVI, los menonitas emigraron por primera vez de los Países Bajos (Holanda-Bélgica) a Prusia, ahora Alemania; a finales del siglo XVIII llegaron a Rusia, y posteriormente en la segunda mitad del siglo XIX se asentaron en la región de Manitoba en Canadá y Estados Unidos.
El 1° de marzo de 1922, salió de Manitoba, Canadá el primero de los seis trenes que contrataron los menonitas para transportarlos hasta México, llegando a San Antonio de los Arenales el día 8 del mismo mes. En total arribaron 9 mil 263 personas que se distribuyeron 8 mil 025 en lo que hoy es Cuauhtémoc, 511 en de Namiquipa y 727 en el Riva Palacio.
En Cuauhtémoc, cada familia traía, además de sus pertenencias personales, sus muebles, carros de transporte, caballos de tiro, vacas lecheras, pollos, gansos, cerdos, implementos agrícolas, semillas para siembra, maderas y materiales para construcción de sus casas, compraron grandes extensiones de tierra, fue así que cerca de mil 300 familias llegaron en tren, trayendo carruajes tirados por caballos, caballos percherones y una rica tradición agrícola y se organizaron en dos colonias: Manitoba, conformada por 42 campos numerados del 1 al 42 y Swift Current conformada por 17 campos numerados del 101 al 117.
Cabe resaltar que al establecerse en el territorio chihuahuense, construyeron molinos de viento para sacar agua de los pozos; en ese momento no usaban ni la electricidad ni los vehículos motorizados, los tractores que utilizaban tenían llantas de hierro en y se trasladaban en carruaje tirado por caballos.
Lee también: Desfilan más de 300 personas por el centenario de los menonitas en Cuauhtémoc
¿En qué lugares hay asentamientos menonitas?
La población de este importante grupo se encuentra residiendo en tres zonas principales de Chihuahua, como son Cuauhtémoc, Riva Palacio, Namiquipa, con una población aproximada de más de 37 mil habitantes. Otras ciudades donde se han establecido también son Asensión, Buenaventura, Nuevo Casas Grandes, Janos, y Villa Ahumada, Ojinaga, Aldama y Camargo.
El principal municipio donde se han establecido los menonitas es en Ciudad Cuauhtémoc, donde hay sorprendentes huertos coloridos de manzanares que son uno de los productos menonitas por excelencia, y de los pilares económicos del estado, además de decenas de queserías con el famoso queso menonita y queso tipo chihuahua, cientos de empresas con giros como la industria metalúrgica, mueblera, construcción, maquinaria agrícola, plazas comerciales, hoteles y restaurantes, y todo esto en el famoso corredor industrial y comercial Álvaro Obregón.
El Campo 22, que es uno de los primeros en ser fundados, tiene varias casonas tradicionales, entre ellas, la más antigua fabricada en 1922 con madera canadiense.
A partir de la década de ochenta, la comunidad menonita, sobre todo la liberal, se ha ido flexibilizando y ya hoy aprovechan todo lo que la vida moderna les ofrece, aunque todavía quedan algunas comunidades tradicionales como la de El Sabinal, donde el tiempo no ha pasado.