Con la muerte de mi pequeño se me han ido las fuerzas para luchar, la Navidad tenía sentido porque era el único que hacía su “cartita”, hoy ya no está, y es difícil porque sólo me abrazo a su recuerdo, los días parecen iguales desde que no está aquí, pero vivo por quienes me quedan, que es mi hija de 15 años y mi hijo de 9, quien a los 4 meses de nacido enfermó de bronconeumonía, provocándole convulsiones que derivaron en una discapacidad, sólo una cuarta parte del cerebro quedó en funcionamiento, por lo que depende de mí para todo; fueron las palabras de la señora Martha Elena Sáenz para quien esta época de fiestas será un día más en el calendario.
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En una casa ubicada en la calle de la Gloria de la colonia Che Guevara signada con el número 56 vive la señora Martha Elena Sáenz, madre de Leslie Azucena de 15 años, y Dayan Esteban, de 9 años.
La historia de la familia tiene un antes y un después del 25 de septiembre del presente año, cuando el conductor de un vehículo atropelló a cuatro integrantes de una familia que caminaba por la banqueta de la Vialidad del Río a la altura de la colonia Almanceña, entre ellos se encontraba Armando T., hijo de Martha Elena, quien horas después del fatal acontecimiento murió debido al impacto.
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Con su mirada a veces fija y otras tantas dispersa, recordó el trágico episodio que como madre vivió, en donde el tiempo se detuvo mientras el corazón se desgarró en mil pedazos, a la vez que la propia vida continuó, de inmediato las lágrimas rodaron por su mejilla, ya que si bien es cierto la muerte no sabe de edades, según las etapas de vida de un ser humano para el pequeño Armando de 11 años “no era su tiempo”.
Hacer memoria de todos los sueños y proyectos que habían en él, los anhelos de su corazón y encontrarse en el lugar en donde murió, hacen que el sentimiento de su madre muchas veces se convierta en reproches a Dios, vienen a la mente infinidad de preguntas sin respuestas, pero después llega la calma, la quietud, la fuerza para luchar por sus dos hijos y la reconciliación con el Creador al saber que todo se hace por su voluntad.
Como cada año, para Armando la Navidad era algo especial, por su edad era el único que realizaba de inmediato su “cartita”, ya sabía lo que iba a pedir este año, una moto; a lo que su madre con temor pensaba si era un regalo adecuado para él.
“Es complicado seguir, más bien ahora que pasó lo de mi niño, todavía estoy en ese proceso, para mí es muy difícil porque era mi hijo, está siendo difícil psicológicamente y en todos los aspectos, fue algo muy trágico, y lo que me hace sentir peor es que no han podido dar con el responsable, que no se ha podido hacer justicia”, expresó.
Dayan es totalmente dependiente, por lo que requiere toda la atención de su familia, que se esfuerza por cubrir sus necesidades
Otra parte de la historia se enmarca en el pequeño Dayan Esteban, su hijo más pequeño, quien a los 4 meses de nacido enfermó de bronconeumonía, de ahí comenzó a convulsionar; sin embargo no se supo la causa, sino que los médicos le informaron que estos movimientos incontrolables le habían dañado su cerebro, dejando solo en funcionamiento una cuarta parte.
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Su madre ha tenido que aprender a desarrollar habilidades, un nuevo idioma el del amor a su hijo que por su condición le es imposible decir cuando algo le duele, le molesta, o simplemente que tiene hambre, este lenguaje la ha llevado a formular una serie de códigos, relación de símbolos nuevos y mutuos que le permiten mantener estable a su pequeño, todo ello impulsada por la ternura de una madre.
“Es muy difícil ver a un hijo que no pueda hacer su vida normal, que no puede jugar como todos los niños, ahora que mi hijo murió tengo mis días buenos y malos, a veces no quiero ni levantarme, otros días yo misma me animo a seguir por los hijos que me quedan, pero es muy difícil, uno como madre es el pilar y si yo me caigo ellos también”, mencionó.
Su hijo de 9 años depende totalmente de ella, desde temprana hora se levanta para bañarlo, darle desayuno, suministrarle el medicamento y a la par, realizar las labores del hogar, lo que implica un doble esfuerzo, que día con día se puntualiza a la hora del descanso, pero que queda un dulce sabor de entregarse a sus hijos.
Adquirir los pañales, toallitas húmedas, el medicamento Carbamazepina y comidas especiales debido a su condición, muchas veces se convierte en una acción titánica, ante los altos costos que esto representa; sin embargo como toda madre no escatima en buscar los medios para que sus hijos estén bien.
Leslie, de 15 años se encuentra en una etapa de transición, donde los juguetes ya no llaman la atención, pero se tiene aún el anhelo de un regalo durante la fecha
Periódicamente traslada a su hijo al Hospital General, a que le realicen los estudios correspondientes, “saber que me hijo está bien vale la pena todos los sacrificios”, a pesar de vivir en la misma ciudad, el transportar al pequeño no es tarea sencilla, cada día crece y requiere mayor esfuerzo, por ello es necesario sacar ánimo en donde a veces no hay, todo para que esté bien.
Su hija de 15 años, ha sido una de las fortalezas que mantienen a su madre con ánimos y fuerzas por la vida, aunque se encuentra en una etapa de transición en donde los juguetes ya no llaman la atención, pero se tiene aún el anhelo de un regalo durante la fecha, pidió solamente ropa, blusa talla chica, pantalón talla 3 y zapatos número 3.
Ante las circunstancias que enfrenta la familia, para los ciudadanos que deseen realizar algún donativo, pueden acudir a la calle de la Gloria ubicada en la colonia Che Guevara número 56 o bien marcar al número 627 177 4284 con la señora Martha Elena, de manera especial requieren pañales etapa 5, toallitas húmedas, una silla de ruedas especial para PCI, apadrinamiento de terapias de rehabilitación, leña, ropa talla 8-10 para niño, alimentos y ropa para mujer blusa chica, pantalón talla 3 y zapatos número 3.