En el corazón de Chihuahua, la llegada de la Cuaresma no solo marca un periodo religioso, sino también la temporada para disfrutar de los deliciosos coricos o harinillas, unas galletas de maíz que han perdurado a lo largo del tiempo como una tradición culinaria arraigada en la región.
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Estas galletas, conocidas por su consistencia polvorosa y sabor inigualable, son una exquisitez que ha sido transmitida de generación en generación. El proceso artesanal de su preparación destaca por el uso de maíz crudo molido, dando lugar al característico pinole que forma parte esencial de la masa. La conexión con las raíces indígenas se evidencia en la meticulosa selección de ingredientes, incluyendo canela y clavos de olor, que aportan una fragancia única.
La preparación de coricos o harinillas se ha convertido en una tradición familiar y comunitaria en Chihuahua. La meticulosa limpieza de los granos de maíz y el uso de hornos de leña, son prácticas que se mantienen intactas, preservando así la autenticidad de esta delicia. Aunque la receta ha evolucionado con el tiempo, la esencia de las harinillas como símbolo de la Cuaresma permanece inalterable.
Durante la temporada de Cuaresma, las los coricos son omnipresentes en Chihuahua. Su aroma inconfundible se mezcla con el ambiente de las plazas y establecimientos locales, tentando a los residentes y visitantes por igual. Estas galletas, moldeadas en diversas formas, desde ruedas hasta cuadros, representan no solo una deliciosa tradición culinaria, sino también un vínculo con la identidad cultural de la región.
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El sabor distintivo de las harinillas, endulzado en ocasiones con piloncillo o agregando un toque de naranja, las convierte en el acompañamiento perfecto para un café en cualquier momento del día.
En las festividades de Semana Santa, estas galletas se convierten en protagonistas en los hogares y establecimientos de Chihuahua, compartiendo su sabor único con aquellos que buscan deleitar sus paladares con autenticidad y tradición.
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Visitar Chihuahua durante la Cuaresma ofrece una oportunidad única para sumergirse en la riqueza cultural y gastronómica de la región. Las coricos o harinillas no solo son un manjar para el paladar, sino también un testimonio vivo de la herencia ancestral que se mantiene viva en cada bocado, resaltando la importancia de preservar las tradiciones que dan forma a la identidad local.
En el corazón de esta tradición culinaria, los coricos no solo son apreciados por su sabor exquisito, sino también por el proceso de elaboración que refleja la dedicación y el amor transmitidos de generación en generación. En los hogares chihuahuenses, la preparación de las harinillas se convierte en un evento que reúne a familias y amigos, compartiendo risas y secretos culinarios.
La meticulosa mezcla de ingredientes y la cuidadosa atención en cada paso del proceso dan como resultado unas galletas que no solo satisfacen el paladar, sino también el alma, llevando consigo la esencia misma de la Cuaresma y la rica historia de Chihuahua.