Leopoldo Romero Ochoa, de 28 años, trabaja desde hace tres años como químico del agua en el Johnson Space Center en Houston, Texas.
Apasionado del saxofón, la guitarra y el baile, asegura que “lo más bonito de estar en la NASA es que trabajo en algo que pudiera mejorar el futuro del planeta”.
Estarás de acuerdo en que no cualquiera podría crear un detergente totalmente degradable que no desperdicie agua, o un sistema para transformar el sudor y la orina en agua potable.
¿Y qué dirías si te digo que un chihuahuense trabaja en ello, desde la NASA (Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio, por sus siglas en inglés)?
Leopoldo Romero Ochoa, de 28 años, con raíces enclavadas en el corazón de Nonoava, Chihuahua, trabaja como químico del agua en el Johnson Space Center (Centro Espacial Johnson), en Houston, Texas, donde se albergan los controles de misión, así como los programas de investigación médica y científica relacionados con los vuelos espaciales tripulados de la NASA.
“Mi meta es hacer algo más de lo que nadie ha hecho y dejar huella. Ahora que están planeando nuevas misiones a Marte y a la Luna, desde mi puesto me gustaría ser de las primeras personas que estudien el agua de otros planetas”, afirmó.
Siempre en los primeros lugares de aprovechamiento en la escuela, sus calificaciones le valieron una invitación para conocer la Casa Blanca, residencia oficial y principal centro de trabajo del Presidente de los Estados Unidos, comentó su tía Aracely Ochoa Villalobos.
Leopoldo, o “Polito”, como lo conocen en su familia y en Nonoava, comentó que su camino hacia la NASA comenzó cuando estudiaba Química en la Universidad de Houston, Texas.
Desde entonces fue labrando su camino al aplicar en cada ocasión posible, para hacer algo así como prácticas de verano, y fue hasta el último antes de egresar que lo admitieron.
“Me escogieron para hacer trabajos de verano y al mismo tiempo me enseñaban cómo era realmente trabajar ahí. El proyecto era de 10 semanas, le eché ganas, y luego de mi último semestre que trabajé ahí, al graduarme me pidieron que me quedara de planta”, recordó.
Actualmente suma ya tres años como parte de la plantilla laboral de la NASA, al diseñar los sistemas de agua de las naves espaciales y la que llevan para beber, y de los trajes de los astronautas.
Mencionó que en la Universidad nunca tuvo las calificaciones más altas ni fue el más listo, pero sí fue el único al que contrataron de entre centenares de postulantes: “muchos otros iban por conseguir prestigio, yo iba a aprender” .
“Vieron que le echaba ganas, que llegaba temprano y me gustaba aprender. Desde el principio me interesé por platicar con la gente que ya trabajaba, y algo muy especial ahí es que si quieres aprender, a ellos les gusta enseñarte y te van expandiendo las metas, los conocimientos”, comentó.
La perseverancia que tuvo para perseguir una mejor vida profesional aún la mantiene intacta, “llego a las 4 de la mañana, soy el primero que llega y el último que se va, si necesitan que vaya los fines de semana voy, y siempre estoy dispuesto”.
Como consejo a quienes luchan por conseguir sus sueños, dijo: “no tengan miedo de fallar, equivocarse es parte del proceso para aprender y para hacer las cosas mejor”.
Relató que cuando su madre y su padre llegaron a Estados Unidos, nunca se imaginaron que tendrían un hijo que llegaría a ese nivel, por lo que día a día se esmera para que sigan orgullosos de él y agradecerles su apoyo.
“Verlos cómo trabajaban fue mi mejor ejemplo, y me motiva para darles un mejor nivel de vida”, expresó.
“Mis papás nacieron en Nonoava, yo en Houston, Estados Unidos, pero yo me siento muy chihuahuense, voy tres o cuatro veces al año para allá porque tengo a toda mi familia, a mis tías, tíos, abuela, abuelos, primos, y hasta novias de ahí he tenido”, aseguró.
Leopoldo compartió que le encanta la música, que toca el saxofón y la guitarra, y que adora bailar. Finalmente Nonoava es “Tierra de Músicos”.
“Me gusta mucho la cultura, las costumbres, todo lo que tenga que ver con el baile, y cuando voy de visita siempre busco ir a los tours históricos para aprender de la historia de Chihuahua”, destacó.
El joven vive con su madre, Cecilia Ochoa, quien desde que él y su hermana menor eran muy chicos, los acostumbró a viajar siempre a su tierra en los días festivos o los periodos vacacionales, “yo me crié como chihuahuense y me siento de ahí”, dijo emocionado.
“Polito” es el único mexicano en el equipo de la NASA y ha conquistado el corazón de sus compañeros a nombre de Chihuahua, pues les lleva souvenirs artesanales típicos, sotol, empanadas, galletas y bizcochos que le cocina su abuelita, para compartir, “llevo una caja completa y se la acaban rápido”.
Actualmente cursa la maestría en Química para subir de puesto y aprender más cosas, “lo más bonito de estar en la NASA es que trabajo en algo que pudiera mejorar el futuro del planeta”.
El año pasado tuvo la oportunidad de ver un lanzamiento en vivo, al ganar dos pases que se ofrecen cuando hay un evento de este tipo, y decidió llevar a su madre.
“Fue algo impresionante, increíble. No es nada como en las imágenes, era de noche y de pronto todo el cielo se iluminó como si hubiera sol, la tierra tiembla y te inspira a hacer más en la vida”, expresó.
A la pregunta obligada de si le gustaría ser astronauta, con una risa responde que sí, aunque es muy difícil, exigen maestría y los análisis son tan extenuantes que en la última selección, de 20 mil aplicantes sólo eligieron a 15.
“El sueño de muchos es ver el planeta desde lejos, contemplar su naturaleza. Cada vez que puedo platico con los astronautas y lo primero que me dicen es que no hay nada como ver por primera vez el planeta desde el espacio, ver cómo desaparecen las fronteras, cómo los colores resaltan y te hace sentir que naces de nuevo”, describió.
Orgullosamente chihuahuense, como se autodenomina, Leopoldo Romero Ochoa, como reflexión para lograr el éxito dice: “cuando llegues a lograr grandes cosas, siempre ten en mente a tu familia y de dónde vienes, eso será tu motivación para llegar más lejos”.
Al momento trabaja en crear tecnologías que conviertan la orina de los astronautas en agua para beber, así como un detergente totalmente degradable que limpiará la ropa sin desperdiciar agua, mediante un convenio firmado entre la NASA y Procter & Gamble.