A través del tiempo el muralismo en México se ha consolidado como uno de los géneros artísticos más distintivos de América Latina, el cual principalmente tiene su origen en la Revolución Mexicana. Pero fue hasta 1921 cuando inicia de manera formal el Movimiento Muralista Mexicano, cuando José Vasconcelos -uno de los principales intelectuales de esa época-, asume como secretario de Educación y comisiona a distintos artistas a pintar una serie de murales en las paredes de la Secretaría Nacional y la Escuela Nacional Preparatoria.
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De entre la lista de grandes muralistas que ha tenido el país, como David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco, Diego Rivera y Rufino Tamayo, sobresale en particular Antonio González Orozco. Originario de Chihuahua fue muralista, escultor, pintor y grabador; perteneció a la última generación de la Escuela Mexicana de Pintura, movimiento que utilizaba al espacio público para dar a conocer un mensaje social y de memoria histórica como parte del patrimonio cultural del pueblo de México, valores con los que el artista siempre fue afín.
El artista y el muralismo
Nace el 10 de mayo de 1933 en la ciudad de Chihuahua y falleció en el año 2020. El primer contacto que el chihuahuense tuvo con la pintura -específicamente con el muralismo-, fue cuando su padre lo contactó con el maestro Leandro Carreón., quien acogió al joven González Orozco como aprendiz a principios de 1950. A los 20 años de edad, el artista viaja a la Ciudad de México para ingresar a la Academia San Carlos (1953-1957). En ese lugar conoce a Diego Rivera y se convierte en su alumno durante su último año de estudios.
Más tarde el maestro González Orozco expresaría: “Conocí a Rivera gracias a que en San Carlos ofreció un curso sobre el Procedimiento Mural en 1955 y yo lo tomé-. Traté con Rivera y el tema de ese curso era el muralismo. El pintor era una enciclopedia ambulante, conocía mucho y era muy interesante escucharlo y hablar con él”.
La Escuela Muralista Mexicana, a la que perteneció González Orozco, tuvo prestigio internacional no sólo por ser una corriente artística, sino por ser un movimiento social y político de resistencia e identidad, con imágenes a través de la diversidad de sus componentes estilísticos que retratan temas como la Revolución, la lucha de clases y el hombre indígena.
Luego de concluir sus estudios en la Academia, González Orozco regresa a su estado natal, donde impartió clases en la Universidad de Chihuahua. Pero en 1961 volvió a la capital de la República para instalarse de manera definitiva con su actividad. Ahí realizó dos cuadros: "Retrato de Joaquín de la Cantolla y Rico" y "Fusilamiento de Agustín de Iturbide", que se exhiben en la Sala Siglo XIX.
Algunas de sus obras
También, dos murales de su autoría lucen en la Sala de los Carruajes Históricos, el primero es el mural "Oficial del Centenario de la restauración de la República: Entrada Triunfal de Benito Juárez a la Ciudad de México en 1967" y el segundo que es "Juárez, símbolo de la República contra la intervención francesa en 1972, mural del Centenario del fallecimiento de Benito Juárez".
Salvador Rueda Smithers, quien fue director del Museo Nacional de Historia lo describe de la siguiente manera: “La obra del maestro González Orozco es ya, como marca a fuego, un signo de la memoria. Los niños, siempre, identifican entusiasmados la figura del enorme Benito Juárez enarbolando la bandera junto a los soldados republicanos sobre el invasor francés en el entorno de un paisaje poblano, de la tela-mural con tema del triunfo de las armas nacionales en la Batalla del 5 de Mayo de 1862. Es, tal vez, la pieza que con mayor contundencia rompe con la solemnidad a veces deslustrada de las obras heredadas del pasado…”
Entre otras de sus obras destacan las relativas al tema de Benito Juárez, como el ubicado en el Castillo de Chapultepec, el cual tiene una longitud de 15 metros y el que está en la casa que habitó Francisco I. Madero, Coahuila, además de "La medicina en México", que se ubica en el Hospital de Jesús de la Ciudad de México; además sus murales han traspasado las fronteras con presentaciones en Canadá, Estados Unidos, Polonia, Rumania y Nueva Zelanda.
“La República Peregrina”, en Parral
En el año 2016 la ciudad de Parral pasó a la historia dentro del muralismo al ser inaugurada en el edificio del Centro de Documentación Histórica “La República Peregrina", la cual narra la escala de Benito Juárez en Hidalgo del Parral, con una serie de detalles donde destacan pensamientos juaristas y el efecto de las personas al verlo y recibirlo.
La obra de este importante muralista tomó más de un año considerando los bocetos y la investigación que realizó para ello, en el que destacan narrativas de José María Iglesias. En su momento Antonio González Orosco manifestó que este mural “se encuentra en un lugar seguro donde es indudable que muchas personas tendrán la oportunidad de apreciarlo”.
El mural ubicado en Parral “es invaluable, no se le puede poner un costo económico, no se mide por un precio, sino por el sentimiento y valores que se utilizaron al momento de pintarlo, de hacer un trazo en el lienzo, así se mide una pintura”, narró el artista chihuahuense. Esta importante obra quedó para la posteridad. Se encuentra en el centro histórico, donde puede ser admirado por los parralenses y el turismo que visita la ciudad de Parral.
En otras de sus frases, el maestro escribiría: “Sentado en la cafetería del museo, mientras comía mi lunch, me hice un propósito: si había que imitar a alguien, me imitaría a mí mismo. Porque no puedo desconocer mis raíces. Y sólo siendo yo podré ser nosotros…”