La juventud es un concepto que ha sido objeto de debate a lo largo de la historia, y definir un límite exacto para su fin ha sido un desafío tanto para la ciencia como para organizaciones como la Organización Mundial de la Salud (OMS). Tradicionalmente, la juventud se asocia con la transición entre la adolescencia y la adultez, un período caracterizado por el crecimiento físico, el desarrollo mental y la búsqueda de identidad. Sin embargo, la determinación de cuándo termina este período no es uniforme y varía según diferentes criterios.
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La OMS establece que la juventud abarca el rango de edad entre los 10 y los 29 años. Este marco incluye tanto la adolescencia temprana como la tardía, extendiéndose más allá de los 18 años, la edad que en muchas culturas marca el comienzo de la adultez legal.
La extensión del período juvenil hasta los 29 años por parte de la OMS responde a cambios sociales y culturales, donde la independencia económica, la finalización de la educación y la formación de una familia suelen retrasarse hasta la tercera década de vida.
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La relación entre la biología y psicología
Por otro lado, la ciencia también ha contribuido a este debate desde una perspectiva biológica y psicológica. Algunos estudios sugieren que el desarrollo cerebral continúa hasta bien entrada la tercera década de vida, particularmente en áreas como el lóbulo frontal, que está asociado con la toma de decisiones, el control de impulsos y la planificación a largo plazo. Este desarrollo continuo desafía la noción de que la adultez plena comienza a los 18 años.
La sociología y la economía también influyen en la percepción de cuándo termina la juventud. En muchos países, los jóvenes enfrentan un mercado laboral competitivo, lo que retrasa su independencia financiera y, por ende, su transición a lo que se considera una adultez completa. Además, el aumento en la esperanza de vida ha llevado a una redefinición de las etapas de la vida, donde la juventud se extiende más allá de lo que solía considerarse normal hace décadas.
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No obstante, esta extensión de la juventud tiene implicaciones en la salud pública y la política social. Los jóvenes adultos enfrentan desafíos específicos, como la presión para alcanzar la estabilidad laboral y la formación de una familia, mientras aún están en un proceso de desarrollo personal. Esto puede generar estrés y ansiedad, condiciones que deben ser abordadas por los sistemas de salud y apoyo social.
¿Se termina a los 29 años?
En algunas culturas, la juventud se extiende incluso más allá de los 29 años, considerando a individuos de hasta 30 años o más como jóvenes, especialmente si no han alcanzado hitos tradicionales de la adultez como el matrimonio o la paternidad. Este fenómeno refleja cambios en las normas sociales y expectativas en cuanto al rol de los jóvenes en la sociedad.
A pesar de las diferentes interpretaciones y criterios, lo que parece claro es que la juventud es un período cada vez más largo y complejo. Este fenómeno obliga a replantear no solo políticas públicas y sistemas de apoyo, sino también las expectativas culturales sobre lo que significa ser joven en el siglo XXI.
Es importante reconocer que la juventud no tiene un límite universalmente aceptado, depende del contexto cultural, biológico, social y económico, lo que hace que cualquier intento de definir su fin sea necesariamente flexible y adaptado a las realidades contemporáneas.