La Batalla de Tres Castillos, ocurrida el 14 de octubre de 1880, fue uno de los últimos y más sangrientos enfrentamientos entre el ejército mexicano y los apaches en el norte de México.
El jefe apache Victorio, líder chiricahuas, había mantenido una campaña de resistencia contra los gobiernos de México y Estados Unidos durante años, saqueando y enfrentando a las tropas en los territorios del norte.
Sin embargo, en Tres Castillos, sería emboscado por el general Joaquín Terrazas, quien lo había perseguido incansablemente tanto en la desértica región de Chihuahua como en la Sierra Tarahumara.
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Los Tres Castillos
Este conflicto se libró en un área remota y desértica del municipio de Coyame del Sotol, a unos 150 kilómetros de la ciudad de Chihuahua, donde tres formaciones rocosas que sobresalen en la llanura dieron nombre al sitio.
De acuerdo al especialista Iván Elier, quien narra este hecho histórico en un video publicado en Facebook por la empresa Chihuahua Bárbaro, Tres Castillos era un lugar frecuentado por grupos indígenas quienes aprovechaban que alrededor de estas tres formaciones rocosas, se formaban pequeñas lagunas temporales, de manera que era literalmente un oasis en el desierto.
Al saber esto, los cazadores de cabelleras, asesinos de indígenas pagados por el gobierno de Chihuahua, aprovechaban este lugar para emboscar a sus víctimas cuando estas buscaban un alivio en tal oasis. De manera que esta ubicación, como un lugar de descanso en medio de la llanura semidesértica del noroeste de Chihuahua representaba el lugar estratégico en la lucha del gobierno mexicano contra las tribus apaches.
Estrategia de Terrazas y la emboscada final
El ejército mexicano, formado por aproximadamente 250 soldados bajo el mando de Terrazas, logró alcanzar al contingente apache en un momento de vulnerabilidad. Los apaches se desplazaban con mayor lentitud porque viajaban con sus familias, lo que incluía mujeres y niños, lo que facilitó la aproximación del ejército mexicano.
Un elemento muy importante en la derrota de los apaches fue la participación de dos guerreros rarámuri, conocidos por su gran velocidad al correr. Estos hombres, que formaban parte del ejército de Terrazas, lograron acercarse rápidamente a las líneas apaches y dispararon contra Victorio, precipitando su muerte y el colapso del liderazgo apache en la batalla.
El fin de la resistencia apache
El enfrentamiento resultó en la muerte de 62 guerreros apaches, incluido Victorio, y 16 víctimas civiles. Además, 68 mujeres y niños apaches fueron capturados y posteriormente trasladados a la ciudad de Chihuahua, donde fueron exhibidos como trofeos de guerra, una práctica común en la época para resaltar la “victoria” sobre las comunidades indígenas.
El ejército mexicano también llevó a la ciudad 78 cabelleras de guerreros muertos, como símbolo de triunfo. Este hecho fue propagandizado como la “Victoria sobre la barbarie”, un reflejo del enfoque del gobierno hacia la lucha contra los pueblos indígenas.
La Batalla de Tres Castillos marcó el fin de la resistencia apache en México. Aunque algunos pequeños grupos apaches continuaron realizando incursiones menores, nunca volvieron a representar una amenaza significativa en el norte de México. Este evento consolidó el control del gobierno mexicano sobre el estado de Chihuahua, acabando con uno de los últimos focos de resistencia indígena en la región.
La Batalla de Tres Castillos es recordada como un trágico capítulo en la larga y violenta historia de enfrentamientos entre los pueblos indígenas y los gobiernos de México y Estados Unidos.
Nota original: El Heraldo de Chihuahua