Memorias de Chihuahua
Hoy en Memorias de Chihuahua abordaremos el caso de Mariela Montoya, una mujer que fuera raptada en el siglo XVIII y orillada a casarse con su captor tras la muerte de su primer marido, durante 14 años vivió en esta condición, engendró un hijo mientras era trasladada por muchas poblaciones del Reino de la Nueva Vizcaya.
Resulta que, hacia el 21 de agosto de 1779 el Teniente General y Justicia Mayor del Real de Minas de San Joseph del Parral fue notificado que en la casa de un tal Núñez se hallaba hombre que traía a una mujer hurtada, su nombre era Juan Esteban Urbina y había enviudado años atrás. Debido a dicha situación se le arrestó y fue llevado a la Cárcel Real para ser vinculado a un proceso criminal por amancebamiento.
La dama fue entrevistada por las autoridades virreinales y dijo llamarse Mariela Montoya, pero que al casarse con Bernardo Hinostroza, trabajador de una mina en el Real de Santa Eulalia, cambió su nombre por Juana María Martínez. Expresó también que era originaria de “la Villa de Chiguagua” pero que un día, hacía mucho tiempo, Juan Esteban, mejor conocido como “El Chiguaguero” la había raptado y llevado por varias tierras dentro y fuera del Reino.
Tras la declaración, Mariela fue conducida a depósito en casa de la señora Rita Cabañas para continuar con las indagatorias. Aunado a esto, el Justicia Mayor escribió al Real de Chihuahua para verificar su matrimonio con Bernardo Hinostroza y unirlos otra vez.
En lo que se recibía la respuesta, Juan Esteban fue llamado a juicio, jurando ante Dios Nuestro Señor y la Señal de la Cruz expresó que su apellido era Rubianes, de calidad soltero, barretero de una mina en Santa Eulalia y que en efecto había hurtado a Mariela 14 años antes, madre en ese entonces de un niño de 7 años llamado Lucas Rafael.
También, señaló que ya había sido preso por la misma causa pero que salió libre al no continuarse con el debido proceso.
Días después de iniciada la causa criminal, en septiembre, el Justicia Mayor recibió una carta firmada por el Juez Eclesiástico de la Villa de Chiguagua notificándole que Bernardo Hinostroza, esposo de Mariela, había muerto un año antes; que se procediera en Parral a emitir una resolución o en su caso, una condena.
No obstante, en esa misma circunstancia apareció un vecino del Parral llamado Diego García, quien “sacó la cara” por Juan Esteban al exponer que la mujer hurtada por éste ya no estaba casada y que por la muerte de su marido ella era libre para contraer nupcias con alguien más.
En este sentido, manifestando que ambos le habían prometido decir que era su plena voluntad unirse en matrimonio, él los apoyaría.
El Justicia Mayor, consciente de que la propuesta era posible, obligó al tercero a ser fiador de Juan Esteban, comprometiendo su persona y bienes para que éste saliera de la Real Cárcel y solicitara trabajo de barretero en la mina de don Miguel de la Fuente, así como hacerse cargo de los derechos para el casamiento y los gastos generados en el juzgado.
¿Qué ocurrió después?
El documento resguardado en el Archivo Histórico Municipal de Parral no menciona qué resultó de dicho proceso y si realmente se concretó el enlace, sin embargo, nos permite conocer algunas cuestiones de la justicia en aquellos tiempos, por ejemplo, que se consideró un delito mayor el amancebamiento de la pareja en contrate con el hurto de la mujer.
No sabemos si era voluntad de Mariela casarse con su captor a pesar de que juntos habían engendrado un hijo, pero lo que sí visualizamos es la interesante dinámica social que refleja la fuente, la relación de la justicia civil con la eclesiástica y la moral de la época, y por qué no, el papel de la mujer en ese constructo virreinal.