Memorias de Chihuahua
Paquimé, una antigua ciudad en el desierto chihuahuense y la dinastía ptolemaica romana del antiguo Egipto presentan similitudes en sus prácticas funerarias y familiares, particularmente en lo que respecta a las momias y el incesto. Ambas civilizaciones hicieron hincapié en la preservación de sus muertos, siendo los entierros un elemento común.
En Paquimé se han encontrado restos óseos que sugieren rituales complejos y un notable cuidado por los ancestros. Por su parte, en Egipto, la momificación era igualmente valorada, aunque de manera más restringida y vinculada a individuos de alto estatus.
Además, el incesto, aunque tabú en muchas culturas, se documenta tanto en prácticas de élite de algunas sociedades como en ciertos grupos de Paquimé. En los últimos 40 años, sociólogos y antropólogos han explorado el tema de la prohibición del incesto, postulando la universalidad de este tabú en relación al matrimonio entre hermanos y entre padres e hijos.
Sin embargo, muchos argumentan que existen excepciones a este principio "universal"; se citan matrimonios entre hermanos en antiguas sociedades, siendo el antiguo Egipto uno de los ejemplos más conocidos, y recientemente, los paquimenses han sido añadidos a esta categoría.
En ambos casos, se sostiene que estas excepciones fueron aceptadas exclusivamente para la realeza y nunca para los plebeyos. Se argumenta que el matrimonio "real" entre hermanos se celebraba para preservar la pureza de la línea de sangre real, mantener el privilegio y el rango estrictamente dentro del grupo, y establecer a los gobernantes divinos como apartados de la gente común, que debía obedecer los tabúes.
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Recientemente, arqueólogos han analizado el ADN de un entierro infantil en la zona arqueológica de Paquimé, sugiriendo que se trata de un raro ejemplo de apareamiento cercano entre élites para sacrificio ritual. Paquimé fue el centro político y ritual de la cultura mogollona precolombina durante los siglos XIII y XIV d.C. y ha sido objeto de extensas investigaciones por parte de arqueólogos.
"Los arqueólogos han estado investigando Paquimé durante décadas y han adquirido un vasto conocimiento sobre sus habitantes", comenta el autor principal, doctor Jakob Sedig de Chronicle Heritage y la Universidad de Harvard. "No obstante, persisten muchas incógnitas, especialmente en lo que se refiere a la jerarquía social del lugar y a cómo estaban biológicamente relacionados los habitantes de Paquimé entre sí y con sus vecinos."
Para abordar estas interrogantes, el doctor Sedig y un equipo de diversas instituciones de Estados Unidos y México llevaron a cabo un análisis de ADN de un singular entierro infantil encontrado en el sitio.
El niño fue sepultado en la "Casa del Pozo", un edificio considerado el centro ceremonial de Paquimé, dado los objetos rituales hallados en su interior y su conexión con un pozo subterráneo sagrado, lo que sugiere que procedía de un linaje de élite. El hallazgo más relevante de este análisis fue que el niño presentaba "carreras de homocigosidad" (RoH) excepcionalmente largas. Este dato revela el grado de parentesco entre los antepasados cercanos de un individuo; a mayor longitud de las carreras, más cercanos son los padres. "Este individuo tiene uno de los niveles más altos de homocigosidad entre todos los restos antiguos documentados en el hemisferio occidental", afirma el doctor Sedig. "Esto indica que el niño tenía padres que estaban más estrechamente relacionados que primos hermanos."
Existe la probabilidad de que el niño haya sido un sacrificio humano. Esto sugiere que las élites de Paquimé consideraban que el sacrificio de un hijo proveniente de dos individuos estrechamente relacionados en su linaje tenía un significado especial, utilizado en este caso para consagrar un edificio de gran relevancia ritual.
"Estos hallazgos brindan una perspectiva singular sobre la jerarquía social y las prácticas socio-religiosas en Paquimé", concluye Sedig. "Los próximos pasos consisten en continuar analizando el ADN antiguo para ayudarnos a comprender cómo se movieron y mezclaron diferentes grupos a lo largo del tiempo."
Un aspecto adicional de las prácticas paquimenses similar a las de los egipcios, fue descubierto en 1866 por Teodoro Alvarado Garaicoa, quien encontró un meteorito en la Zona Arqueológica de Paquimé. Este meteorito, compuesto casi íntegramente de hierro y que pesaba dos toneladas, se estrelló en el norte de México, formándose un fascinante patrón conocido como Widmanstätten. Hallado en un contexto arqueológico en la antigua comunidad ceremonial de Paquimé, el meteorito fue ubicado en una posición elevada en el centro de lo que se cree que era un templo.
El meteorito estaba envuelto en una tela y rodeado de momias, también cuidadosamente envueltas en el mismo tipo de tela que la roca espacial, la cual logró sobrevivir a su paso por la atmósfera terrestre. Actualmente, el meteorito se encuentra en el Museo Nacional Smithsonian de Historia Natural en Washington, D.C., y algunos fragmentos han sido enviados a diversas instituciones, incluidos algunos que están en exhibición temporal en el Museo de las Culturas del Norte en Paquimé.