/ domingo 24 de noviembre de 2024

Parral en el Virreinato: El luto sólo podía durar 6 meses, después de ese lapso, había que pagar multa

En junio de 1705 se dio a conocer de manera oficial cómo debía llevarse el duelo en caso de morir algún familiar o conocido

Memorias de Chihuahua

Durante siglos guardar el luto ha sido una práctica que se ha desarrollado en diferentes civilizaciones del mundo, mediante la cual los seres humanos manifiestan sentimientos de pena y dolor a través de símbolos y acciones que reflejan la pérdida de algún ser querido, particularmente con el uso de vestimentas de ciertos colores como el negro, adornos y diversos objetos que involucran la cosmovisión de las culturas ante la muerte y el tiempo que le precede.

No existe un límite certero para desarrollar este tipo de duelo porque según indican los especialistas se trata de un proceso donde el individuo se adapta emocionalmente a su realidad vinculada a la pérdida de un familiar, amigo o incluso un conocido. Puede prolongarse por días, meses y hasta años según la persona o las tradiciones a las que esté impuesta.

Para el caso de Parral y la época virreinal que se puede delimitar entre los siglos XVII y XIX existe un documento en el Archivo Histórico Municipal que dictaba hacia 1705 la manera en que se debía manifestar el luto por los difuntos en esta comunidad.

Era así, que las únicas personas que podían guardarlo eran los parientes en grado próximo de consanguinidad, es decir: el padre o la madre, el hermano o la hermana, el abuelo o la abuela, pero también el suegro o la suegra, el marido o la mujer, o incluso su heredero, aunque no fuera su pariente directo.

Para los hombres sólo estaba permitido expresarlo de la siguiente manera: vistiendo una capa larga cuya falda llegará hasta los pies; por su parte, las mujeres debían usar un “mongil de bayeta”, que era un traje elaborado a partir de la lana, con toca y un manto delgado que no fuera de seda; todo esto se autorizaba vestir luego de las honras fúnebres y hasta el término de seis meses… pero no más.

Foto: Archivo Histórico Municipal de Parral

En cambio, los negros, los mulatos y los demás “criados”, según revela el documento, tenían prohibido llevar el luto por sus amos e incluso por la muerte del Rey de España, ya que en ese periodo tanto el viejo Real de Minas de San José del Parral, como la Nueva Vizcaya y en general el virreinato de la Nueva España, pertenecían a los dominios europeos.

Los ataúdes, por su parte, no debían cubrirse con telas de colores sobresalientes, ni ser de seda, sólo de bayeta o paño, con la excepción de que el difunto fuera un niño. También para las iglesias había ciertas restricciones, pues no podían iluminarse con más de 12 velas o cirios, ni las paredes adornadas para la ocasión; tampoco estaban permitidos los coches “enlutados”.

Según el texto conservado, estas disposiciones se informaron a los vecinos el 11 de junio de 1705 en la plaza pública, mientras estos salían de misa en la parroquia dedicada a San José y para que ninguna persona en el Real pretendiera ser ignorante de la norma.

La pena de incumplir con el mandato que había sido moderado por la Real Cédula de Madrid y que había sido aplicado por Juan Fernández de Córdoba, gobernador de la Nueva Vizcaya, era el pago de una multa por 500 pesos de la época, pero a los negros, mulatos, coyotes, sambaigos y mestizos se les condenaría a un castigo arbitrado por el juez.

Cabe destacar que la especialista en psiquiatría Maricarmen Jiménez Colín, citada en la revista UNAM Global, indica que las expresiones públicas del dolor y la pena por la muerte de un ser querido en México son el producto del sincretismo entre las culturas, amalgama de costumbres, rituales y creencias religiosas tanto prehispánicas como cristianas.

Entre algunas de las prácticas que destaca están realizar el velorio en la casa del difunto o en un lugar acondicionado específicamente para ello, colocar debajo del ataúd cebolla para recoger los males del muerto y no se transmitan, no comer carne durante nueve días, rezar un novenario de rosarios y levantar una cruz de cal para proteger el alma de la persona fallecida.

Facebook: Archivo Histórico Municipal de Parral

Memorias de Chihuahua

Durante siglos guardar el luto ha sido una práctica que se ha desarrollado en diferentes civilizaciones del mundo, mediante la cual los seres humanos manifiestan sentimientos de pena y dolor a través de símbolos y acciones que reflejan la pérdida de algún ser querido, particularmente con el uso de vestimentas de ciertos colores como el negro, adornos y diversos objetos que involucran la cosmovisión de las culturas ante la muerte y el tiempo que le precede.

No existe un límite certero para desarrollar este tipo de duelo porque según indican los especialistas se trata de un proceso donde el individuo se adapta emocionalmente a su realidad vinculada a la pérdida de un familiar, amigo o incluso un conocido. Puede prolongarse por días, meses y hasta años según la persona o las tradiciones a las que esté impuesta.

Para el caso de Parral y la época virreinal que se puede delimitar entre los siglos XVII y XIX existe un documento en el Archivo Histórico Municipal que dictaba hacia 1705 la manera en que se debía manifestar el luto por los difuntos en esta comunidad.

Era así, que las únicas personas que podían guardarlo eran los parientes en grado próximo de consanguinidad, es decir: el padre o la madre, el hermano o la hermana, el abuelo o la abuela, pero también el suegro o la suegra, el marido o la mujer, o incluso su heredero, aunque no fuera su pariente directo.

Para los hombres sólo estaba permitido expresarlo de la siguiente manera: vistiendo una capa larga cuya falda llegará hasta los pies; por su parte, las mujeres debían usar un “mongil de bayeta”, que era un traje elaborado a partir de la lana, con toca y un manto delgado que no fuera de seda; todo esto se autorizaba vestir luego de las honras fúnebres y hasta el término de seis meses… pero no más.

Foto: Archivo Histórico Municipal de Parral

En cambio, los negros, los mulatos y los demás “criados”, según revela el documento, tenían prohibido llevar el luto por sus amos e incluso por la muerte del Rey de España, ya que en ese periodo tanto el viejo Real de Minas de San José del Parral, como la Nueva Vizcaya y en general el virreinato de la Nueva España, pertenecían a los dominios europeos.

Los ataúdes, por su parte, no debían cubrirse con telas de colores sobresalientes, ni ser de seda, sólo de bayeta o paño, con la excepción de que el difunto fuera un niño. También para las iglesias había ciertas restricciones, pues no podían iluminarse con más de 12 velas o cirios, ni las paredes adornadas para la ocasión; tampoco estaban permitidos los coches “enlutados”.

Según el texto conservado, estas disposiciones se informaron a los vecinos el 11 de junio de 1705 en la plaza pública, mientras estos salían de misa en la parroquia dedicada a San José y para que ninguna persona en el Real pretendiera ser ignorante de la norma.

La pena de incumplir con el mandato que había sido moderado por la Real Cédula de Madrid y que había sido aplicado por Juan Fernández de Córdoba, gobernador de la Nueva Vizcaya, era el pago de una multa por 500 pesos de la época, pero a los negros, mulatos, coyotes, sambaigos y mestizos se les condenaría a un castigo arbitrado por el juez.

Cabe destacar que la especialista en psiquiatría Maricarmen Jiménez Colín, citada en la revista UNAM Global, indica que las expresiones públicas del dolor y la pena por la muerte de un ser querido en México son el producto del sincretismo entre las culturas, amalgama de costumbres, rituales y creencias religiosas tanto prehispánicas como cristianas.

Entre algunas de las prácticas que destaca están realizar el velorio en la casa del difunto o en un lugar acondicionado específicamente para ello, colocar debajo del ataúd cebolla para recoger los males del muerto y no se transmitan, no comer carne durante nueve días, rezar un novenario de rosarios y levantar una cruz de cal para proteger el alma de la persona fallecida.

Facebook: Archivo Histórico Municipal de Parral

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