Pedro Meoqui, el general que murió en Parral peleando contra el ejército francés

Luego de la muerte del militar, Benito Juárez rebautizaría la antigua misión de San Pablo con el nombre de Meoqui

Carlos Franco | Archivo Histórico Municipal de Hidalgo del Parral

  · sábado 5 de agosto de 2023

Foto: Archivo Histórico Municipal de Parral

Memorias de Chihuahua

En el año de 1865 en Parral habían arribado zuavos (unidades argelinas alistadas en el ejército francés) y soldados republicanos, ahí se enfrentaron en una campante batalla. Algunos de ellos habían llegado para quedarse: Cerca de 20 combatientes franceses que murieron en Parral, fueron sepultados ahí mismo en el Panteón de Dolores; de igual modo, el general Pedro Meoqui, quien falleció a espaldas de la parroquia de San José, fue sepultado en el camposanto de aquella iglesia, según indica Rubén Rocha Chávez. Sin embargo, a la fecha se desconoce el destino de su cuerpo, ya que sus restos fueron exhumados de ese lugar por un sacerdote y sus cómplices.

Un año antes de la batalla en Parral, en octubre de 1864, Benito Juárez había llegado a esa ciudad, en donde fue recibido por el doctor Esteban Benítez Lumbier. En aquel momento, el presidente había emprendido un peregrinaje hacia el Paso del Norte. De ahí pasaría a Chihuahua capital. Y, a un año de haber llegado a Parral, Benito Juárez ya se encontraba en el Paso del Norte, cuyo lugar tiempo después sería rebautizado con el nombre del presidente.

Por otro lado, en ese tiempo, los franceses también avanzaban hacia el norte, con el motivo de cercar al presidente Juárez. En el sur del estado, las tropas imperialistas ya se habían establecido sus cuarteles en la Hacienda del Río Florido (actualmente Villa Coronado) y de ahí pasaron a ocupar Valle de Allende, en donde incendiaron los archivos municipales de ese lugar, también se asentaron en Villa López y Parral.

Foto: Archivo General del Estado de Chihuahua, Archivo Histórico

En aquel momento, Pedro Meoqui, de 28 años de edad, recientemente había logrado ser ascendido a General, ya que desde muy joven ya contaba con una importante carrera militar, desde los dieciséis años era subteniente y se había incorporado a la milicia. Incluso llegó a escoltar a Benito Juárez y a sus ministros por los estados de Coahuila, Durango y Chihuahua. Finalmente, se unió a la Guardia de los Supremos Poderes que era comandada por el General Agustín Villagra, quien, tras el combate, daría testimonio de la muerte de Meoqui en Parral.

Cuando la Brigada de los Supremos Poderes había arribado a Parral, ya se encontraba una guarnición de 70 a 80 soldados franceses. En la madrugada del 8 de agosto, aproximadamente 200 soldados liberales sorprendieron a los zuavos, en el cuartel que ya habían formado. La batalla duró cuatro horas, en donde el fuego de las armas había arrebatado la vida a cerca de la mitad de aquella tropa francesa, por otro lado otros 20 quedaron heridos y 24 prisioneros.

El triunfo alcanzado nos costó bien caro, por haber sucumbido en el ataque, el General Pedro Meoqui, persiguiendo a tres franceses, de los que mató a uno, hirió a otro, y recibió la muerte del tercero

según Jorge L. Tamayo

Por otro lado, la parte el informa del General Agustín Villagra, quien dirigió aquel ataque, indica que fueron dos franceses quienes se afrontaron con Meoqui, con quienes se batió cuerpo a cuerpo. Uno de ellos murió y el otro salió herido, sin embargo, antes de sucumbir uno de estos hombres, logró atajarle un marrazo a Meoqui en el muslo. Tras aquel altercado, aquel joven general falleció dos horas después, probablemente cerca de la Plazuela Parral (que actualmente lleva el nombre de este general) o en la esquina de las calles Ojinaga y Ángel Trías.

Después la muerte de Meoquí, Benito Juárez rebautizaría la antigua misión de San Pablo con el nombre del joven general.

Sobre el cadáver de Pedro Meoqui se desconoce cuál fue el lugar donde descansaron sus restos. Rubén Rocha Chávez cuenta que quizá tras aquella batalla fue sepultado en los alrededores de la Parroquia de San José, por órdenes de las autoridades liberales, pero sin la aprobación del cura de aquella iglesia, quien durante la noche con otros hombres desenterró aquellos restos y los llevó a un destino aún desconocido.


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