Francisco Villa, el revolucionario con ojos verdes que imponían respeto; en una solicitud de captura datada el 19 de febrero de 1907, se revela la descripción física del revolucionario. Uno de los aspectos más llamativos de esta descripción se centra en el color de sus ojos, descritos como "verdes".
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Aunque la solicitud menciona erróneamente que Villa tendría entre 30 y 32 años, cuando en realidad estaba por cumplir los 29, ofrece de forma descriptiva una imagen vívida de su apariencia física.
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Se destaca su altura, su complexión robusta, su tez güera, su barba cerrada y su boca pequeña. Asimismo, se menciona que montaba un caballo de color oscuro, subrayando su presencia imponente.
El reportero gráfico y corresponsal de cine, W. H. Durborough, quien vivió entre finales del siglo XIX y principios del XX, expresó su experiencia al encontrarse con el revolucionario Villa:
"Muchos que lo conocen bien dicen que ningún hombre puede ver a los ojos a Villa por muchos segundos, y estoy de acuerdo con ellos. Hay algo peculiar en su expresión que te causa nerviosismo cuando te mira fijamente. Parece que sus ojos te perforan. Le atribuyó esto a su naturaleza intrépida, ya que él permanece total y absolutamente sin miedo”, aseveró.
La descripción de los ojos verdes de Francisco Villa revela un rasgo físico distintivo que añade un aire enigmático a su personalidad que de por sí los años ya la han convertido en legendaria.
A lo largo de su vida, este personaje desempeñó un papel crucial en la Revolución Mexicana, liderando una lucha armada contra el régimen dictatorial del general Porfirio Díaz.
Su carisma y valentía lo convirtieron en una figura emblemática en la historia de México. Sin embargo, más allá de sus hazañas militares, la descripción de sus ojos verdes añade un matiz adicional a la fascinante figura de Villa, acentuando su mirada penetrante y su indomable espíritu.