Don Pedro Alvarado, poderoso minero de la región de Parral a principios del siglo XX, llevó una cercana amistad con Francisco Villa, pues según se dice, el General antes conocido como Doroteo Arango, se presentó en la residencia de este conocido personaje para solicitarle ayuda, ya que tuvo un accidente que le dejó herido de una pierna.
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En aquel tiempo, Villa estaba trabajando en la construcción de la plaza Juárez y acudió en busca de auxilio, por lo que Pedro Alvarado además de darle de comer, solicitó de inmediato la presencia de un médico para que le revisara la herida.
Martin Márquez Barrón, encargado del Palacio Alvarado, señaló que el joven Doroteo Arango llegó a Parral porque en su natal Durango era perseguido a causa de su historial en diversos crímenes, lo que lo orilló a buscar trabajo.
En aquel entonces todavía era conocido como Doroteo Arango, sin embargo, la que ahora es la plaza Juárez en el año de 1902 estaba en construcción, por lo que solicitó trabajo, Villa aún no era conocido en la ciudad, sabiendo que cerca de ese lugar había un rico que ayuda a los pobres los días sábados, por lo que se acercó para pedir apoyo.
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Villa se sorprendió ante la generosidad de Alvarado
El encargado del Palacio Alvarado narra que según la leyenda, Villa se lesionó una pierna en un día sábado, y al llegar Villa a la casa de Pedro Alvarado se percató que había gente formada en una de las ventanas del palacio, se trataba de gente necesitada que acudía para que el señor Alvarado los ayudara, por lo que Doroteo Arango también se formó.
Además, menciona que el primer encuentro de Pedro Alvarado con Villa fue cuando el reconocido minero de Parral salió de su residencia y se encontró con un joven formado en la fila, al ver Pedro que andaba lastimado de la pierna, se compadeció y ordenó a su servidumbre que lo metieran a la cocina para que le dieran de comer, así mismo, mandó traer un médico para que le hiciera curaciones a la pierna.
Villa en aquel entonces se asombró de que hubiera un rico generoso, don Pedro Alvarado recientemente había ocupado su residencia ya que conforme la iban terminando, éste iba habitando los espacios del Palacio, el rico minero se conmovió de ver a este joven lastimado de una pierna y necesitado, es por ello que actuó dándole de comer y facilitándole un médico, sin saber que de este encuentro nacería una amistad con el Centauro del Norte.
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El inicio de una gran amistad
Así también, para Francisco Villa esta experiencia fue de gran valor, para que ya cuando inició la Revolución Mexicana, a Pedro Alvarado lo veía con respeto y confianza, prueba de ello es que el General Villa nunca tocó las propiedades de este rico minero de Parral.
Es de resaltar que en aquellos años de principio del siglo XX sólo había dos clases sociales, la gente pobre y los ricos, los adinerados tenían acceso a la educación y los necesitados no, muchas cosas cambiaron con la Revolución Mexicana, ya que con el transcurrir de los años, Doroteo vuelve a esta casa presentándose ya como el General Francisco Villa para presentarle sus respetos, de igual manera Villa le llegó a solicitar dinero prestado y regresaba a pagar.
De esta relación nació una gran amistad, tanto que Pedro Alvarado le llegó a prestar a sus hijos para que pasaran a descansar en la Hacienda de Canutillo, de igual manera, el General Francisco Villa se llegó a quedar como huésped en la residencia de Alvarado y su familia.
Para finalizar, Villa nunca tuvo la necesidad de saquear la casa del minero parralense, ya que consideró el General que don Pedro solo aportaba acciones de beneficencia pública y ayudaba a los pobres, cosa que sorprendió a Villa; que en aquella época hubiera ricos desprendidos, considerándolo como una persona generosa, jovial y sencilla.
Ya con el tiempo, Villa le compró la casa de la avenida Zaragoza, misma de donde salió un 20 de julio de 1923 para ser asesinado en la calle Juárez, así también, el hotel Hidalgo donde fue tendido Villa en un principio fue propiedad de Pedro Alvarado, pero uno de los hijos se lo vendió a Juan Almazán en 1921.
Este, a su vez, se lo vendió al General Villa en el año de 1922, un año antes de que fuera asesinado, es por ello que cuando fue emboscado un 20 de julio de 1923, el cuerpo del Centauro del Norte fue tendido en esta propiedad, para Pedro Alvarado fue una gran pérdida la muerte del caudillo.