Me queda claro que el agradecimiento es un valor que distingue a las personas y que nunca debe de olvidarse quien nos tendió la mano, más en una oportunidad de oro como la de Claudia Sheinbaum, quien gracias a López Obrador tuvo la visibilidad necesaria para posicionarse en la mente de las y los electores por encima de sus contrincantes de partido, así como con quienes contuvo por la presidencia de la República. Sin embargo, está a muy buen tiempo de iniciar su gobierno desmarcada del actual sexenio, a pesar de que el presidente López le recuerde, a ella, el por qué y por quién está ahí.
Y esto se deriva de la serie de acciones que recientemente le han aprobado al presidente López Obrador, como si se tratara de un botín político, de una moneda de cambio de quienes obtuvieron la ventaja en las urnas a cambio de extinguir los organismos autónomos que son la garantía ciudadana (del pueblo sabio) de que el quehacer público se haga transparente y conforme a la ley establezca. Lo mismo la intromisión partidista en la división de poderes en donde la autonomía debería ser la base del mismo por su origen. No se diga la sobrerrepresentación que aprobó el INE para el partido oficial y sus aliados, donde se demerita la participación de millones de personas que votaron a favor de la oposición, la cual debe de respetarse como sistema democrático.
Es extraño la restructuración de tajo que el presidente López Obrador, a escasos días de irse, quiere hacer con el país, sin pensar en las serias consecuencias que traerá, donde el principal afectado será el pueblo sabio, nadie más; pues ni destierra a esa lucha recalcitrante con los fifís o conservadores ni da beneficio directo a la población, al contrario, es perder en lo que el pueblo ha avanzado en la participación ciudadana, la transparencia, rendición de cuentas y acceso a la información, pues lo que se pedía a gritos, por lo que se manifestaron en las décadas de los 80’s y 90´s ante un gobierno de partido hegemónico, se ha ido al caño por completo. Lo curioso, es que exactamente las mismas personas que promovieron y exigieron su creación, son quienes ahora buscan erradicarlos (y si no me creen, busquen en internet, si de plano no quieren leer un libro de historia).
Más extraño resulta aún, que la presidenta virtual, Claudia Sheinbaum, permita este último capricho del presidente, cuando ella también era parte de la exigencia de la creación de dichos organismos. Y si la crítica radica en que se prestan a una falta de transparencia y de cotos de poder, lo más lógico no es eliminarnos, si no reformarlos para que sirvan más al pueblo, pero no arrebatarle de esa forma el poder al pueblo que, de forma organizada, llega a posiciones en dichos organismos.
Son tres temas que llegan a empañar y ocupar la agenda de la primera mujer presidenta, pero pareciera no importarle, aprovechando el voto de confianza que la gente le ha depositado, dejando que el actual presidente haga con ella con lo que hace con todos: establecerle la agenda del día. Es imperante la necesidad de desmarcarse cuanto antes del gobierno de López Obrador, para que sea ella misma quien establezca la pauta del nuevo gobierno, no uno de seguimiento, persecución, psicosis o paranoia política, si no uno de alianzas, diálogos y de suma de voluntades. En ella está la decisión de ser agradecida en lo personal, pero no llegar al extremo de ser herramienta o canal de decisiones radicales y viscerales como se plantean los temas de los organismos autónomos, la reforma al poder judicial y la sobrerrepresentación legislativa. Una cosa es ser agradecido y otra, prestarse al cochinero.
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