/ miércoles 19 de junio de 2024

Todo el mundo es tu maestro / Día del Padre

Espero que los padres que me estén leyendo, hayan pasado un excelente domingo, pero sobre todo que cada día sea Día del Padre. El mundo definitivamente sería mejor si los padres mantuviéramos en nuestro corazón a nuestros hijos y pudiéramos darles el amor que necesitan para crecer fuertes y enfrentar el mundo.

Es de cuestionarse que les espera a nuestros hijos y a los hijos de los hijos de nuestros hijos. ¿Qué clase de hijos se quedan a cargo del mundo? Espero, creo, tengo fe, en que las generaciones venideras sean más conscientes de la importancia de cuidar el planeta, el único que conocemos y podemos habitar. Que no vayan a ser ese tipo de gobernantes como muchos de los que nos ha tocado conocer y que caen mal, ya sea por rateros, por hipócritas o lo que sea.

Cruzo los dedos y hago oración porque cada vez sean menos las personas que se interesan por acumular riqueza para su corta vida. Que la soberbia, el ego, la avaricia, el egoísmo pierdan adeptos y poder. Los padres abren paso a la humildad, la amabilidad, justicia, bondad, en fin los sentimientos que están del bando del amor y que finalmente son los que extienden la vida. La vida entera y eterna.

Para muchos padres, la crianza de los hijos es sin duda uno de los trabajos más gratificantes. Un placer que sí se lleva a la tumba, es saber que criamos personas que cada día se esfuerzan por darle luz a su alma y su entorno. Como padre sé que no soy perfecto ni tengo los hijos perfectos sin embargo el hecho de que son infinitamente amados les da la posibilidad de desarrollar grandes capacidades para aportar un mejor entorno a las generaciones venideras.

Otro sería nuestro mundo, si por ejemplo nuestros hijos fueran conscientes que “el dinerofácil” que los hace enriquecerse por medios ilícitos y les brinda éxitos pasajeros les roba el alma.

Si formamos hijos que entiendan y repudien la injustica, deshonestidad y avaricia sin duda nuestra sociedad tendría más posibilidades de mejorar constantemente. Si realmente razonamos y amamos la responsabilidad de ser padres, nuestras sociedades progresarían.

Tenemos desde niños que enseñarles a compartir, a apoyar a los que menos tienen y pueden, a no abusar de su fuerza, de sus conocimientos, de sus oportunidades. Los hijos deben sentirse amados, apoyados, valorados para poder desarrollar su potencial y saber que son capaces de conquistar sus metas. Cierto que también debemos enseñarlos a que aprovechen las posibilidades que la vida les ofrece siempre y que su éxito les pertenezca realmente y no sea a costa de pisotear a otros, como la ley de la selva, donde los más fuertes se comen al más débil. Esta ley debe cambiar en un mundo justo y civilizado.

Es fácil opinar sobre lo que es correcto como padres, sin embargo los hijos aprenden más por el ejemplo, lo cual nos compromete y resulta un trabajo de 24 horas diarias durante todo lo que nos reste de vida. Debemos permitirles disfrutar de nuestra capacidad de ser felices al amarlos. Valorar y comprender lo que cuesta sobrevivir. Sobre todo que sepan que somos libres y cada uno tiene su propia vida. Ni soy su dueño de ellos ni ellos de mí. Cada uno dueño de su ser.

Adalberto Gutiérrez / Ingeniero Agrónomo

Espero que los padres que me estén leyendo, hayan pasado un excelente domingo, pero sobre todo que cada día sea Día del Padre. El mundo definitivamente sería mejor si los padres mantuviéramos en nuestro corazón a nuestros hijos y pudiéramos darles el amor que necesitan para crecer fuertes y enfrentar el mundo.

Es de cuestionarse que les espera a nuestros hijos y a los hijos de los hijos de nuestros hijos. ¿Qué clase de hijos se quedan a cargo del mundo? Espero, creo, tengo fe, en que las generaciones venideras sean más conscientes de la importancia de cuidar el planeta, el único que conocemos y podemos habitar. Que no vayan a ser ese tipo de gobernantes como muchos de los que nos ha tocado conocer y que caen mal, ya sea por rateros, por hipócritas o lo que sea.

Cruzo los dedos y hago oración porque cada vez sean menos las personas que se interesan por acumular riqueza para su corta vida. Que la soberbia, el ego, la avaricia, el egoísmo pierdan adeptos y poder. Los padres abren paso a la humildad, la amabilidad, justicia, bondad, en fin los sentimientos que están del bando del amor y que finalmente son los que extienden la vida. La vida entera y eterna.

Para muchos padres, la crianza de los hijos es sin duda uno de los trabajos más gratificantes. Un placer que sí se lleva a la tumba, es saber que criamos personas que cada día se esfuerzan por darle luz a su alma y su entorno. Como padre sé que no soy perfecto ni tengo los hijos perfectos sin embargo el hecho de que son infinitamente amados les da la posibilidad de desarrollar grandes capacidades para aportar un mejor entorno a las generaciones venideras.

Otro sería nuestro mundo, si por ejemplo nuestros hijos fueran conscientes que “el dinerofácil” que los hace enriquecerse por medios ilícitos y les brinda éxitos pasajeros les roba el alma.

Si formamos hijos que entiendan y repudien la injustica, deshonestidad y avaricia sin duda nuestra sociedad tendría más posibilidades de mejorar constantemente. Si realmente razonamos y amamos la responsabilidad de ser padres, nuestras sociedades progresarían.

Tenemos desde niños que enseñarles a compartir, a apoyar a los que menos tienen y pueden, a no abusar de su fuerza, de sus conocimientos, de sus oportunidades. Los hijos deben sentirse amados, apoyados, valorados para poder desarrollar su potencial y saber que son capaces de conquistar sus metas. Cierto que también debemos enseñarlos a que aprovechen las posibilidades que la vida les ofrece siempre y que su éxito les pertenezca realmente y no sea a costa de pisotear a otros, como la ley de la selva, donde los más fuertes se comen al más débil. Esta ley debe cambiar en un mundo justo y civilizado.

Es fácil opinar sobre lo que es correcto como padres, sin embargo los hijos aprenden más por el ejemplo, lo cual nos compromete y resulta un trabajo de 24 horas diarias durante todo lo que nos reste de vida. Debemos permitirles disfrutar de nuestra capacidad de ser felices al amarlos. Valorar y comprender lo que cuesta sobrevivir. Sobre todo que sepan que somos libres y cada uno tiene su propia vida. Ni soy su dueño de ellos ni ellos de mí. Cada uno dueño de su ser.

Adalberto Gutiérrez / Ingeniero Agrónomo