/ sábado 28 de septiembre de 2024

Terrible dispersión ideológica en México

Se entiende que en un partido sus miembros se proponen actuar concertadamente en la lucha competitiva por el poder político y el bienestar de la sociedad, pero desafortunadamente estamos ante un fenómeno de dispersión ideológica.

Los resultados del pasado 2 de junio pusieron al descubierto de nueva cuenta la terrible crisis de la partidocracia en México.

El dictamen ciudadano provocó la “muerte política” del PRD, entendida como pérdida de registro oficial; mientras que el PRI, de un poderoso gobierno (casi unipersonal) por más de siete décadas, hoy vive de milagro.

El PAN ha perdido rumbo ciudadano y sus dirigentes, se han aferrado al registro como partido para adjudicarse las posiciones electorales, como senadurías y diputaciones pluris. Las voces críticas de este partido exigen una reforma de fondo, pero hay oídos sordos de quienes hoy tienen el dominio.

Los pequeños partidos ( verdes, petistas, ciudadanos) se acomodan en el poder. En pocas palabras se van con el mejor postor.

En tanto Morena, que ostenta el poder político en casi todo el territorio, cuyo dominio está en manos del “obradorismo”, se enfrenta a una nueva realidad. Primero que nada dicho movimiento político tiene el gran reto de preservar su unidad en torno a un nuevo liderazgo, en este caso de la próxima presidenta de México.Además ya en el gobierno, dar respuesta a los grandes problemas de la nación, como la inseguridad, la desigualdad económica y la corrupción.

Morena, tiene también el reto de pasar a una verdadera organización política que fortalezca el sentido institucional y lograr la paz entre las diversas tribus, más allá del “obradorismo”. Pero ya veremos…

Los mexicanos nos encontramos ante una nueva cultura política, sustentada en la alternancia en el poder, así como una real apertura de los medios de comunicación.

Pero, estamos ante un fuerte cuestionamiento al régimen de partidos, sobre todo de credibilidad, como se demostró en las elecciones, con un marcado abstencionismo.

En la actualidad hay fuerte efervescencia teórica y práctica en los promotores políticos, aunque en la noción que el ciudadano tiene de la clase política, es pura desconfianza.

Lo que está ocurriendo en el Congreso de la Unión es la mejor muestra (la aprobación de la reforma judicial y la guardia nacional al ejército). Ya no importan las ideologías, el fin es quedar bien con el poder.

El ascenso de regímenes políticos por la vía de la democracia electoral no representan necesariamente una mayor participación de la sociedad. No se ha podido vencer el abstencionismo, por ejemplo.

No es la idea de dilapidar lo que llevamos de avance democrático, pero es importante que la sociedad civil, apoyada en medios de comunicación libres y empresarios patriotas, no bajen la guardia ante los embates de populistas y gobernantes dictatoriales.



Se entiende que en un partido sus miembros se proponen actuar concertadamente en la lucha competitiva por el poder político y el bienestar de la sociedad, pero desafortunadamente estamos ante un fenómeno de dispersión ideológica.

Los resultados del pasado 2 de junio pusieron al descubierto de nueva cuenta la terrible crisis de la partidocracia en México.

El dictamen ciudadano provocó la “muerte política” del PRD, entendida como pérdida de registro oficial; mientras que el PRI, de un poderoso gobierno (casi unipersonal) por más de siete décadas, hoy vive de milagro.

El PAN ha perdido rumbo ciudadano y sus dirigentes, se han aferrado al registro como partido para adjudicarse las posiciones electorales, como senadurías y diputaciones pluris. Las voces críticas de este partido exigen una reforma de fondo, pero hay oídos sordos de quienes hoy tienen el dominio.

Los pequeños partidos ( verdes, petistas, ciudadanos) se acomodan en el poder. En pocas palabras se van con el mejor postor.

En tanto Morena, que ostenta el poder político en casi todo el territorio, cuyo dominio está en manos del “obradorismo”, se enfrenta a una nueva realidad. Primero que nada dicho movimiento político tiene el gran reto de preservar su unidad en torno a un nuevo liderazgo, en este caso de la próxima presidenta de México.Además ya en el gobierno, dar respuesta a los grandes problemas de la nación, como la inseguridad, la desigualdad económica y la corrupción.

Morena, tiene también el reto de pasar a una verdadera organización política que fortalezca el sentido institucional y lograr la paz entre las diversas tribus, más allá del “obradorismo”. Pero ya veremos…

Los mexicanos nos encontramos ante una nueva cultura política, sustentada en la alternancia en el poder, así como una real apertura de los medios de comunicación.

Pero, estamos ante un fuerte cuestionamiento al régimen de partidos, sobre todo de credibilidad, como se demostró en las elecciones, con un marcado abstencionismo.

En la actualidad hay fuerte efervescencia teórica y práctica en los promotores políticos, aunque en la noción que el ciudadano tiene de la clase política, es pura desconfianza.

Lo que está ocurriendo en el Congreso de la Unión es la mejor muestra (la aprobación de la reforma judicial y la guardia nacional al ejército). Ya no importan las ideologías, el fin es quedar bien con el poder.

El ascenso de regímenes políticos por la vía de la democracia electoral no representan necesariamente una mayor participación de la sociedad. No se ha podido vencer el abstencionismo, por ejemplo.

No es la idea de dilapidar lo que llevamos de avance democrático, pero es importante que la sociedad civil, apoyada en medios de comunicación libres y empresarios patriotas, no bajen la guardia ante los embates de populistas y gobernantes dictatoriales.