/ sábado 14 de septiembre de 2024

Sucesión 2027

Algunos actores políticos de Morena recién electos manifiestan sus aspiraciones personales; ya piensan en las elecciones del 2027, en la gubernatura.

Ojalá todo fuera un reducto de las expectativas personales, pero está muy lejos de ser así. Con el pretexto de la reforma judicial, tomas de protesta e informes de gobierno, vemos cómo celebran sus logros con cifras fuera de contexto, no comparables con ninguna otra figura política. Hacen expresiones en la Cámara de Senadores sin contenido, pero, eso sí, muy fuertes en imagen personal, haciéndose promoción. Argumentan sostener preferencias electorales inéditas atribuibles a su persona, que respaldan su actuar: “Hoy voto a favor de esta reforma en representación de los más de 800 mil electores que me respaldan” o, en los municipios, “Estoy aquí agradecido con los más de 300 mil chihuahuenses que votaron por mí”, expresan orgullosos y soberbios.

MORENA tendrá que revisar las preferencias electorales, así como las consecuencias sociales, económicas y políticas después de la aprobación de la reforma judicial, de la cual se ha hablado mucho y que ha sembrado incertidumbre en todas las clases y sectores nacionales e internacionales. Evaluar la efectividad de la campaña de odio y represiones contra los diferentes partidos y actores políticos. Pero, sobre todo, sentir y enfrentarse al vacío del todo poderoso, el que a todo le da la vuelta, da dinero a las masas, marca la agenda mediática, encanta serpientes y tiene más salidas que la Terminal de Autobuses del Oriente en CDMX: Andrés Manuel López Obrador. Veamos si esa popularidad se mantiene en los próximos años, si esa cantidad de votos es permanente, misma que es efecto propio de un personaje como “El Peje” y que no está motivada por la propuesta, inteligencia o popularidad de sus candidatos.

La fecha está marcada, el tiempo corre. En Morena y Acción Nacional están muy claros los tiradores, así como quienes tienen posibilidades reales no sólo de acceder a la candidatura, sino también de ganar la elección. Hacen cálculos y miden alianzas locales, regionales y estatales. Algunas sobrevaloradas y otras no. Unos y otros entregan espacios, cumpliendo con grandes actores políticos o con quienes piensan que pueden atraer estructura y votos a su proyecto. Así es esto, pero nadie obtiene un peso específico real hasta que se enfrenta al tamiz de las urnas.

Poco se ha hablado de personajes del Revolucionario Institucional, de quienes tienen una estructura, una buena popularidad o quienes puedan ser considerados para una elección de esa envergadura, pero solo hay que observar al dirigente estatal del PRI, Alejandro Domínguez, tejiendo a su manera, silencioso, dejando pasar espacios para mantener una buena relación con los exgobernadores priístas, incluyendo a diferentes actores políticos para generar cohesión partidaria, tratando de aligerar la fricción de la dirigencia nacional con el ambiente político estatal. Claro, no es coincidencia; fue dirigente estatal del PRI en dos ocasiones, tiene todo para lograrlo: diputados federales, diputados locales, presidentes, síndicos, regidores y funcionarios públicos que pasaron por su aprobación en esta elección y la pasada. Está claro que se ha trazado esa ruta.

También hay que seguir los pasos del diputado federal Tony Meléndez, quien ganó 2 a 1 la pasada elección en su distrito. Hace lo propio, juega en un lugar que conoce bien, con excelente popularidad y un nivel de conocimiento e intención de voto que muchos políticos quisieran. No ha perdido una sola elección y tiene la capacidad e inteligencia para formar un equipo de trabajo capaz, al mismo tiempo que desempeña sus actividades en la Cámara de Diputados.

“Las luchas fáciles son trampas mortales para ingenuos que creen que la política es una vía sencilla, sin tropiezos, ajena a los conflictos, una vía triunfal sólo porque así se desea.” J.R.H.


ÚLTIMAS COLUMNAS