Recuerdo que la temporada de lluvia coincidía con la feria de Delicias. La feria de la uva y el algodón acontecían del 11 de julio al 21 de julio aproximadamente. Los terrenos en donde los juegos mecánicos no estaban encementados, por lo que se hacían enormes charcos y los zapatos enlodados eran un obstáculo para transitar, sin contar el riesgo de acabar embestido por un aguacero.
No me percaté, no nos percatamos que el cambio climático era real. Las lluvias ya no eran frecuentes. Dejó de llover.
Si nos remitimos a las lecciones básicas de la primaria en la materia de ciencias naturales, el ciclo del agua era un dibujo donde las precipitaciones se ilustraban con unas simpáticas gotitas que se vertían sobre un suelo seco. Olvidamos mirar la realidad. Preferimos el dibujo. Poco a poco nos hemos encerrado en nuestros mundos paralelos, frente al televisor podemos olvidarnos de la sequía y ver National Geographics, la selva amazónica en todo su esplendor, un verde majestuoso e intenso. Hace falta la añoranza del ayer, que los padres les recuerden a los hijos, el pasado reciente: cuando llovía no faltábamos a la escuela, el gozo por el espectáculo gratuito de ver la aparición de los renacuajos en las aguas estancadas y la promesa por la aparición del arcoíris que efímero desaparecía detrás del cerro.
Los niños han crecido con las películas de futuros distópicos donde las guerras serán por el agua. El planeta convertido en un páramo es un lugar en la que surgen guerreros tratando de sobrevivir. Si pudiéramos hablar con los niños, ellos seguramente saben que no tenemos que llegar a ese extremo, que la solución no solo es sembrar árboles, sino regarlos y cuidarlos. No basta una temporada de lluvia, necesitamos recuperar los temporales, saber que hasta el día de hoy la Tierra es nuestro hogar. Entre el uso y el abuso de los recursos, no hemos hecho distinción. Según The World Wildlife Fund (WWF) cada litro de cerveza necesita aproximadamente 155 litros de agua para su elaboración. Para producir alimentos se requieren enormes cantidades de agua, siendo la carne el producto que más litros precisa para su elaboración (15400 litros de agua para producir 1 kilo de ternera; 8700 litros para 1 kg. de cordero; cerca de 6000 litros para 1 kg. de cerdo y 4300 litros para 1 kg. de pollo). Un par de zapatos de piel cuestan 8.000 litros de agua: ¿uso o abuso? Producir un par de zapatos de piel de vacuno cuesta en torno a 8.000 litros de agua; una camiseta de algodón, cerca de 2700, y cada folio de papel que se fabrica requiere gastar unos 10 litros.
Una demanda excesiva de productos y la hostilidad humana hacia un planeta que nos abriga, son evidentes. El ciclo del agua no logra completarse. El día cero se acerca. Ojalá volvamos a la sensibilidad de la infancia, a querer recuperar para las generaciones presentes las temporadas de lluvias, con la alegría de la vida que se disipaba en las lloviznas, el olor a tierra mojada y las lombrices que habitaban en los patios y jardines.
Necesitamos lluvia, necesitamos agua y el deseo de seguir habitando la tierra.