Hay un leve olor a humedad en el ambiente. El cielo está tupido de nubes que parecen borrones de un color gris plomizo. El viento murmura una melodía que evoca el pasado.
¿Qué es un recuerdo? Es la interpretación de un hecho que ocurrió. Si los recuerdos son como apariciones. A veces uno puede temerle a las apariciones, cuando se manifiestan así son fantasmas; pero cuando las visiones son seres queridos, adquieren un matiz luminoso, un privilegio que nos acerca a los que ya no comparten este plano existencial con nosotros.
Así también son los recuerdos. Ciertas reminiscencias nos inquietan, incluso nos llevan a sitios mentales, que nos provocan una sensación física. A mi me ha faltado el aire y he sentido un hueco en el pecho cuando a mi memoria arriva una situación poco agradable. Sin embargo hay recuerdos que llegan y hacen que el pájaro de la alegría cante una tonada en nuestro oído, entonces el rostro se relaja y el cuerpo viaja hacia el pasado jubiloso.
Inicie el año sin una lista de propósitos. Pero hoy quiero enumerar quince recuerdos emotivos, esos que me hagan sonreír un instante y que mitiguen la nostalgia que me provocan los días nublados y el invierno que no termina, a pesar de que este año no me ha parecido inclemente.
Lista de recuerdos:
Mirar la super luna del 13 de julio de 2022. Era una luna tan espectacular que me quedé azorada y después de eso leer un poema de Sabines que dice: “ La luna se puede tomar a cucharadaso como una cápsula cada dos horas.”
Disfrutar el arcoíris un domingo del año 2022 y gozar como si fuese una niña, y cuando desapareció que alguien notara mi rostro de desazón.
Usar unos calcetines tan suaves que tienen una textura tan abrigadora y me provocan una sensación de bienestar.
Caminar sobre la nieve el 21 de marzo de 2023 con mi amiga Yadira y Paty, aprovechando el puente, en una pequeña excursión a la montaña.
Conocer a mi amiga Isela que solo conocía por redes sociales y que el encuentro fuera tan maravilloso, como lo habíamos imaginado.
Ir a la Ópera con mi amiga/hermana Isela y que me instruyera sobre ese espectáculo, y es que ir con ella a cualquier lugar es un lujo.
Cada ocasión que me subo a un avión, me parece un golpe de realidad sobre lo insignificantes que somos en el universo, y eso me hace dichosa. Saber que la distancia cambia la perspectiva.
Comerme unos taquitos al pastor con una caguamita en la Taquería Linares, mientras suenan los Cadetes de Linares como música de fondo.
Pasear de noche por el Centro Histórico de Chihuahua, cuando la oscuridad se dispersa y los edificios antiguos siguen siendo solemnes.
Tomarme un café de olla en el Parador Tomochi con mi amigo Arturo, compañero de escuela desde la primaria y reír a carcajadas.
Cantar a todo pulmón las canciones de Luis Miguel con mi amiga Mary mientras cruzamos la frontera para regresar a Cd. Juárez.
Pasar el verano con mi amiga Cynthia, que también solo conocía en redes sociales y que me inyecta su fuerza vital.
Irme de viaje inesperado con Lucy, a la que no conocía de manera cercana y compartir con ella, un cúmulo de experiencias.
Conseguir un botín de libros en la FIL Guadalajara.
Escribir estas líneas me produjo una sensación de saciedad.
Termino la lista y pienso que el presente es efímero, que la vida solo es una y que debemos educar a la memoria para que juegue a nuestro favor.