Esta palabra previene del latín “Renuntiare” y significa desistir, abandonar.
Con este preámbulo aclaratorio inician las presentes renuncias personales.
Renuncio:
A sentirme menos importante, hábil y capacitada, por el hecho de ser mujer.
A la ignorancia; aunque reconozco que siempre seré neófita en múltiples saberes y conocimientos; la lectura, investigación y discernimiento serán compañeros de vida.
A la intolerancia; reconociendo que somos parte de esta aldea global y las diferencias son la unicidad fundamental que nos caracteriza.
A la mediocridad; buscando la utopía y los sueños que se esconden tras el horizonte.
A la envidia y maldad; hurgando en los más profundo de mis ser, para rescatar los atributos de la bondad y nobleza de sentimientos.
Al silencio; a quedarme callada ante los atropellos, injusticias, violencia y malos tratos que sufre la población más vulnerable.
A la pereza intelectual y física, que estanca en el conformismo.
A la pobreza espiritual; vacío que sólo la fe puede llenar.
A lo superfluo; el no sumergirme en el núcleo de las personas y cosas, y quedarme sedienta y hambrienta de la esencia primordial que emana de cada una de ellas.
A la irresponsabilidad de no cuidar mi planeta; de dañar con mis acciones el único hogar que poseemos.
Al desamor, al desánimo, a la desventura; comprometiéndome a llenar mis instantes de amor y de ternura.
A la ociosidad; a malgastar el tiempo y la energía; y el no disfrutar cada instante de vida.
A descuidar mi salud, cuidar mi cuerpo y pensamientos es fundamental para irradiar energía.
A callar, el no expresar mis emociones y sentimientos no me hace más débil, sino más vulnerable.
A no abrazar y no decirle a las personas que las quiero.
A la codicia, disfrutando y compartiendo mis pertenencias, sabiendo que nada de lo material podré llevármelo al entregar cuentas al creador.
A vivir apresurada, es necesario aprender a danzar lentamente.
Al ruido y bullicio constante, es preciso saborear momentos de soledad y meditación para reencontrarme a mí misma.
A cargar problemas ajenos; cada quien es arquitecto de su propio destino.
A la indiferencia, ante el dolor ajeno.
Al estrés, tensiones e incertidumbres; debo aprender a relajarme para tomar decisiones más acertadas.
A querer tener siempre la razón; ya que la percepción es relativa al punto de vista y experiencia personal
A querer controlar todo lo que gira a mí alrededor; aceptando lo que puedo cambiar y tener la capacidad de reconocer la diferencia.
Al odio, la ira y la venganza, que ensombrecen el color de la vida y llenan el alma de resentimiento.
A los pensamientos negativos; buscando el arcoíris en medio de la lluvia.
Al apego emocional de los bienes materiales y aprender a soltar y dejar ir a las personas que amamos.
A la procrastinación, recordando que no se debe dejar para mañana lo que podamos hacer hoy.
A los prejuicios, darme la oportunidad de conocer a las personas antes de emitir juicios.
A buscar culpables, para tratar de justificarme.
Como seresperfectibles siempre podremos estar en constante renovación de nuestro ser yactuar. Y tú, ¿a qué renuncias?
Maestra Cuquita Sandoval Olivas