/ viernes 23 de octubre de 2020

Realidad simplificada | La responsabilidad del ciudadano en la pobreza de la política

Personalmente no soy partidario de los sistemas democráticos, podría proporcionar argumentos muy similares a los que ya el filósofo estagirita proporcionó de manera ecuánime, pero la democracia moderna es lo mejor que se ha logrado en términos políticos a lo largo de la historia humana y que se ha logrado cimentar. Y sobre este sistema debemos abonar y trabajar.

De entrada, es necesario apuntar que para que una democracia funcione es obligado que todas las partes se entiendan como artífices, pues, aunque en sociedad existe la claridad de distribuir roles para que la sociedad funcione, para la democracia es factible que cualquier actor sea político (asunto que puede y debe discutirse). En un sistema democrático funcional no existen actores y espectadores, sino que todos son artífices y constructores, un primer vicio inicia cuando las personas comienzan a auto definirse como espectadores. En el momento en el que los ciudadanos se auto definen solo como votantes, ahí empezó la debacle de la democracia.

Un segundo error común y que debe evitarse es que los que se conciben solo como votantes no cuentan con recursos de decisión, están desinformados. ¿Cómo le das a elegir a alguien que no cuenta con los elementos para elegir? Con mucha soltura el elector promedio en la calle no conoce las funciones de los políticos por los que vota, más sin embargo vota influido por otras variables ajenas a la información.

Aunado a la ignorancia, está el desinterés, en lo general los votantes no solo ignoran, sino que además no están motivados a informarse, ni cuentan con los elementos suficientes para informar, aunque quisieran hacerlo.

Luego de lo anteriormente dicho, existe una última razón y de gran peso del por qué la grave problemática de la política mexicana. Además de que el votante no entiende al sistema, no le interesa entenderlo y se asume como ajeno al mismo, es vulnerable ante el sistema.

No es un secreto que existe una fuerte influencia de la carestía y la necesidad en los intereses de los poderosos. Pues un voto cuesta una caguama, una despensa, doscientos pesos o quinientos. Y es entonces donde la combinación de todos los elementos vuelve al sistema de decisión, sumamente pobre y cargado para ciertas condiciones.

El sistema está diseñado para el gobierno de los económicamente más poderosos y para volver esto un sistema de comercio y negocios. No un sistema de búsqueda del bien común, pues quien invierte en política, esperará recuperar su inversión. Voltee a ver el caso de Parral.

Nuestra política necesita cambios de fondo, formación cívica y política en la disfuncional educación de nuestro país, reducir los niveles de pobreza, eliminar los apoyos en campañas políticas y extinguir los eventos artísticos y espectáculo, nuestra política requiere mayores candados y facultades en los observadores electorales para erradicar la compra de votos y otras tantas prácticas que obstaculizan la libre decisión.

La realidad es que la mayor responsabilidad en este sistema recae en el votante y el votante está bastante desfavorecido.