/ jueves 29 de agosto de 2024

Punto Gélido / Pasos lentos

Y allá van ellos, avanzando por los senderos de la vida, sus pasos son algo lentos, su mirada profunda, su cuerpo algo encorvado, su rostro adornado con singulares arrugas y su sonrisa, tierna es su sonrisa. El cuerpo se ha cansado de tanto andar, de ir y venir por esos valles y montes de la vida, por esos océanos de emociones donde las estrellas son fugaces y las tormentas prolongadas. Hoy que el camino pareciera es una cuesta muy pronunciada y que las fuerzas ya no son las mismas, ellos se aferran como el niño que llevan dentro a seguir cumpliendo con su misión; en su alma, en su mente y en su corazón tienen el tesoro invaluable de la experiencia y la sabiduría que la vida les ha regalado.

Sí, sus pasos son lentos, a veces tan lentos como la presencia de oportunidades, la paciencia es una flor que a diario se marchita ante los intensos rayos del sol que generan las prisas de una modernidad, que tiene la característica de no siempre incluirlos, de no siempre entenderlos. Cierto es, sus fuerzas, su agilidad, su fortaleza son virtudes que han madurado y hoy no son las mismas, pero no siempre la fuerza es sinónimo de poder, en múltiples ocasiones vale más la maña que la propia fuerza dice el refrán. Hoy no solo sus pasos son lentos, también su voz es más pausada, su volumen más bajo, pero es que no siempre es necesario hablar tan de prisa y con un volumen tan alto, la experiencia enseña que una palabra bien dicha, en el tono y en el momento adecuado es más valiosa y profunda que un discurso completo con el uso de un micrófono.

Sus pasos son lentos, tan lentos como el tiempo en el que la soledad está presente, las sombras del pasado son en ocasiones las compañeras permanentes, sombras que por sí solas no dicen nada, pero que ahí están presentes escondidas en cada rincón, en cada objeto, en cada recuerdo. Si, ellos caminan lento, la vida es un ciclo, una aventura, un misterio, y en ese juego permanente un día comienzas dando pequeños pasos, lentos, temerosos, hasta que aprendes a caminar fuerte, seguro, rápido, pero el ciclo se cierra y en ese caso pareciera que desandas el camino y vuelves al punto donde empezaste, a dar pasos lentos e inseguros.

Los pasos son lentos, más aún cuando el olvido del ser querido se vuelve una constante, el jardín que sembraron y que cuidaron por tanto tiempo, hoy se encuentra marchito, regado con las lágrimas de la añoranza, del encuentro, de la convivencia que es la pócima infalible para mantener el espíritu, el ánimo, la llama encendida de sentirse útiles, importantes y queridos. Sí, los pasos son lentos, esos pasos que damos como sociedad y como personas para ofrecerles a ellos, a los adultos mayores todo lo que merecen, son lentos los pasos para corresponderles con abundancia a su legado, a su esfuerzo, a su simple presencia, ellos ya han sembrado en las inmensas praderas de la vida, hoy esperan que el fruto de su esfuerzo los abrace con el calor del hogar, de la familia y de la misma sociedad.

Pasos lentos, y qué esperamos para tomarlos de la mano a ellos, para ofrecerles la sencilla oportunidad de solo escucharlos, de reír con ellos y volver a vivir sus aventuras una y otra vez, qué esperamos para sanar sus heridas del cuerpo, pero también del alma, para ofrecerles un té que caliente y reconforte su cuerpo, pero también su ánimo, su autoestima, su deseo de vivir.

Los pasos son lentos porque en el equipaje que cargan los adultos mayores, han acumulado a lo largo de sus muchos años de vida, un ramo blanco de ternura, brillantes perlas de experiencia, lingotes de oro de sabiduría, y ahí están ellos, esperando a quienes quieran compartir esa riqueza, por eso sus pasos son lentos, su mirada tierna, su sonrisa dulce, sus consejos sabios, su amor infinito. El camino ha sido largo, ahora necesitan del apoyo para llegar a su meta.

¡Qué nuestros pasos no sean lentos para comprender esto!

Leoncio Durán Garibay / Ingeniero Agrónomo

Y allá van ellos, avanzando por los senderos de la vida, sus pasos son algo lentos, su mirada profunda, su cuerpo algo encorvado, su rostro adornado con singulares arrugas y su sonrisa, tierna es su sonrisa. El cuerpo se ha cansado de tanto andar, de ir y venir por esos valles y montes de la vida, por esos océanos de emociones donde las estrellas son fugaces y las tormentas prolongadas. Hoy que el camino pareciera es una cuesta muy pronunciada y que las fuerzas ya no son las mismas, ellos se aferran como el niño que llevan dentro a seguir cumpliendo con su misión; en su alma, en su mente y en su corazón tienen el tesoro invaluable de la experiencia y la sabiduría que la vida les ha regalado.

Sí, sus pasos son lentos, a veces tan lentos como la presencia de oportunidades, la paciencia es una flor que a diario se marchita ante los intensos rayos del sol que generan las prisas de una modernidad, que tiene la característica de no siempre incluirlos, de no siempre entenderlos. Cierto es, sus fuerzas, su agilidad, su fortaleza son virtudes que han madurado y hoy no son las mismas, pero no siempre la fuerza es sinónimo de poder, en múltiples ocasiones vale más la maña que la propia fuerza dice el refrán. Hoy no solo sus pasos son lentos, también su voz es más pausada, su volumen más bajo, pero es que no siempre es necesario hablar tan de prisa y con un volumen tan alto, la experiencia enseña que una palabra bien dicha, en el tono y en el momento adecuado es más valiosa y profunda que un discurso completo con el uso de un micrófono.

Sus pasos son lentos, tan lentos como el tiempo en el que la soledad está presente, las sombras del pasado son en ocasiones las compañeras permanentes, sombras que por sí solas no dicen nada, pero que ahí están presentes escondidas en cada rincón, en cada objeto, en cada recuerdo. Si, ellos caminan lento, la vida es un ciclo, una aventura, un misterio, y en ese juego permanente un día comienzas dando pequeños pasos, lentos, temerosos, hasta que aprendes a caminar fuerte, seguro, rápido, pero el ciclo se cierra y en ese caso pareciera que desandas el camino y vuelves al punto donde empezaste, a dar pasos lentos e inseguros.

Los pasos son lentos, más aún cuando el olvido del ser querido se vuelve una constante, el jardín que sembraron y que cuidaron por tanto tiempo, hoy se encuentra marchito, regado con las lágrimas de la añoranza, del encuentro, de la convivencia que es la pócima infalible para mantener el espíritu, el ánimo, la llama encendida de sentirse útiles, importantes y queridos. Sí, los pasos son lentos, esos pasos que damos como sociedad y como personas para ofrecerles a ellos, a los adultos mayores todo lo que merecen, son lentos los pasos para corresponderles con abundancia a su legado, a su esfuerzo, a su simple presencia, ellos ya han sembrado en las inmensas praderas de la vida, hoy esperan que el fruto de su esfuerzo los abrace con el calor del hogar, de la familia y de la misma sociedad.

Pasos lentos, y qué esperamos para tomarlos de la mano a ellos, para ofrecerles la sencilla oportunidad de solo escucharlos, de reír con ellos y volver a vivir sus aventuras una y otra vez, qué esperamos para sanar sus heridas del cuerpo, pero también del alma, para ofrecerles un té que caliente y reconforte su cuerpo, pero también su ánimo, su autoestima, su deseo de vivir.

Los pasos son lentos porque en el equipaje que cargan los adultos mayores, han acumulado a lo largo de sus muchos años de vida, un ramo blanco de ternura, brillantes perlas de experiencia, lingotes de oro de sabiduría, y ahí están ellos, esperando a quienes quieran compartir esa riqueza, por eso sus pasos son lentos, su mirada tierna, su sonrisa dulce, sus consejos sabios, su amor infinito. El camino ha sido largo, ahora necesitan del apoyo para llegar a su meta.

¡Qué nuestros pasos no sean lentos para comprender esto!

Leoncio Durán Garibay / Ingeniero Agrónomo