A propósito de que nos encontramos en la época de la cosecha en nuestra región y en varias partes del país y quizás del mundo, esto gracias a los ciclos propios de la naturaleza y donde la mano del ser humano interviene para que se produzcan alimentos de manera masiva, con un marcado incremento en el uso de equipos y tecnología, además de insumos como fertilizantes y otros químicos en muchos de los casos. Cada vez son más los espacios que se van abriendo para utilizarlos para sembrar y cosechar no solamente alimentos para el ser humano, sino también destinados para el consumo animal. Para satisfacer las necesidades alimenticias de una población mundial que crece a pasos agigantados y que no necesariamente va en armonía con el uso ordenado y adecuado de los recursos naturales.
Los equilibrios siempre son importantes en todos los ámbitos, pero no siempre es posible mantener esa balanza equilibrada, hoy los embates que sufren los ecosistemas y el planeta en su conjunto, han provocado que muchos de los ciclos considerados como normales, se haya desestabilizado; ejemplos podemos mencionar muchos, basta señalar las sequías extremas en algunas partes de nuestro país y el exceso de agua en otros sectores, en ambos casos provocando severos estragos. En fin, las afectaciones al planeta son muchas, lo más triste es que pareciera que no somos conscientes de ello, se ha normalizado destruir nuestro hogar poco a poco.
Volviendo al tema de la cosecha y visto desde un ángulo individual, personal; metafóricamente podemos decir que cuando nacemos traemos en nuestras manos una canasta con semillas, conforme vamos creciendo en nuestro caminar por el sendero que nos toque o que elegimos, al mismo tiempo que damos un paso más adelante, también con nuestros actos dejamos caer un puñito de semillas en ese lugar y en ese momento, luego damos otro paso más en nuestro camino y dejamos caer otro puñito de semillas y así vamos avanzando hasta que llegamos a un punto donde se precisa regresar, dejamos de sembrar y entonces es el momento de comenzar a cosechar el fruto de aquellas semillas que se sembraron, el asunto aquí es que el regreso es o debe ser por ese mismo camino en que paso a paso fuiste sembrando.
La canasta de las semillas se acabó, ha llegado el tiempo de la cosecha, y que es lo que vas a recoger; recordando que estamos hablando de la cosecha de tu propia vida. Si fuiste perezoso y no tuviste actitud y voluntad para sembrar nada, lo mismo vas a cosechar, nada, o sembraste un puñito sí y 2 o 3 no, en consecuencia, los frutos serán pocos y tendrás que pedirle o robarle a otro de su cosecha o tal vez morir de inanición. Si no fuiste capaz de sembrar las semillas del amor, de sembrar en tu persona valores, principios, honestidad, esfuerzo, disciplina, estudio, preparación, trabajo, autoestima, alegría, respeto, y más aspectos positivos, entonces en la época de la cosecha sólo recogerás odio, frustración, resentimiento, sufrimiento… te quedaste con las semillas en la canasta.
Por el contrario, si hoy tu canasta de semillas está vacía después de haber recorrido el camino de la siembra, salvo alguna excepción por circunstancias muy especiales, hoy es seguro que, en este momento de tu vida, en esa misma canasta y varias más estarás recogiendo abundantes frutos, la buena cosecha se traduce en felicidad. Si esto lo llevamos al nivel colectivo, lo mismo sucede con una sociedad donde nos damos cuenta de que la canasta de las semillas está llena, en consecuencia, qué debemos esperar, qué debemos hacer como miembros todos de esa sociedad, de esa colonia o barrio, de una ciudad, de un país, ahí está el reto, o como dijo el gran Cantinflas, ¡allí está el detalle!
Así que identifiquemos en qué momento de nuestra vida nos encontramos, si es el momento de sembrar hagámoslo con abundante entusiasmo, que la canasta de las semillas no se quede llena, y si por el contrario ya hemos llegado a la época de la cosecha, simplemente felicidades, que la canasta se llene de abundantes frutos.