/ viernes 15 de noviembre de 2024

Punto Gélido / El espejo

El espejo tal y como lo conocemos hoy, es una tabla de cristal cubierta por la parte de atrás con un material (generalmente aluminio). Lo que permite que se reflejen los objetos o personas que se encuentran delante de sí. Un espejo se define también como un objeto que refleja la luz, de tal manera que la luz reflejada, conserva muchas de las características físicas de la luz original. Los espejos también son objetos que reflejan casi toda la luz que choca con su superficie, entre otras definiciones.

Pueden ser también de acero o de otros materiales. Se dice que los primeros espejos pudieron haber sido charcos de agua oscura y quieta o agua contenida en algún recipiente. Después los espejos eran hechos de algún metal pulido, eran discos de bronce, cobre, plata, entre otros. Los primeros espejos fabricados eran de un vidrio volcánico de origen natural conocido como la obsidiana. Finalmente, en el siglo XVIII se inventó la fabricación del vidrio y del cristal de roca sobre lámina metálica, dando paso a los espejos modernos que consisten en una delgada capa de plata o aluminio depositado sobre una plancha de vidrio, la cual protege el metal y hace al espejo más duradero.

El uso de los espejos es muy diverso, en la ciencia, en la tecnología, en la industria automotriz, en el diseño arquitectónico y desde luego, comúnmente los encontramos en la mayoría de los hogares, donde el uso principal es para observarse uno mismo como persona, como individuo, para hacer una inspección de nuestra imagen, también como apoyo para el aseo personal, en fin. Pero, qué tan dependientes nos hemos vuelto del uso de un espejo, cómo es que nos observamos a sí mismos, realmente nos gusta la imagen que se refleja en ese objeto. Desde el punto de vista de la mitología o las supersticiones la imagen que se refleja en el espejo está relacionada con el alma o el espíritu de la persona, se considera entonces como la ventana al mundo de los espíritus.

Desde otro punto de vista pudiéramos considerar a un espejo como un objeto que usamos para hacer consultas frecuentes, ¿cómo me veo?, hoy amanecí con una arruga más, mi cuerpo está demasiado esvelto u obeso, los años se me notan mucho más, ¡o porque no, hoy me veo espectacular!, es decir, le consultamos al espejo cómo reflejamos nuestra imagen personal. La pregunta es, ¿Qué tanto dependemos de esa consulta para sentirnos bien con nosotros mismos?, ¿hasta dónde es una necesidad? o ¿en qué momento damos ese paso para convertirlo en una vanidad o en una presunción?. Quizás la respuesta la podemos encontrar en la seguridad o en la autoestima que como personas tenemos de sí mismos, donde la imagen que se proyecta es muy importante, sobre todo en la “moda” y los valores estéticos que hoy nos imponen o que en lo personal tenemos cada individuo. En tal caso la dependencia del uso de un espejo o de varios espejos, es o debe de ser muy importante, ello nos da esa seguridad. Sin embargo, existen aquellas otras personas donde lo que predomina es una mayor ponderación de la seguridad en sí mismos, donde lo que importa son los valores, los buenos modales, el respeto, la alegría, el brillo de los ojos, la tranquilidad del alma, el saberse bueno y útil, elementos que no necesariamente se pueden reflejar en un espejo, pero sí, en el corazón de las demás personas.

Así es que nos podemos preguntar, ¿qué tanto depende del uso de un espejo para sentirme seguro?, o quizás en la actualidad qué tanto dependo del uso de una cámara, de un celular, de una computadora para estar examinando constantemente mi imagen exterior como una prioridad máxima, y no el contenido de mi interior que es lo que al final puede inclinar la balanza hacia el lado de la hipocresía o de la autenticidad. Como siempre la libertad de elegir es un derecho que todos tenemos y eso merece todo el respeto, al final cada uno vemos en nuestro espejo lo que deseamos ver.

Leoncio Durán Garibay / Ingeniero Agrónomo