/ viernes 1 de noviembre de 2024

Punto Gélido / El enigma de los muertos

La muerte representa un enigma, un día nacemos como una continuación de aquello que tiene vida, con la única e infalible certeza de que habremos de morir, la interrogante se presenta, en eso que llamamos tiempo y en la causa o forma de llegar a esa muerte, así como el lugar.

El suceso es un misterio estudiado, analizado e interpretado desde muy diversos tópicos, cada uno percibe, procesa y concluye una forma muy particular de enfrentar y definir la muerte. Desde el punto de vista de la biología, se trata del final de un organismo vivo, que se había creado a partir de un nacimiento.

Pero la pregunta que muchos nos hacemos, y de la que desearíamos encontrar fervientemente una respuesta concreta es; ¿dónde están los muertos?, porque quizás esa duda atormenta constantemente nuestros pensamientos, ante la certeza que tenemos de morir. Es posible que, por eso, cuando nos toca enfrentar y llorar la pérdida de un ser querido, con frecuencia nos preguntamos insistentemente, ¿Qué ha pasado con él?, ¿lo volveremos a ver?, ¿estará sufriendo?, ¿nos cuida de algún modo?, ¿Podemos ayudarlo?, entre otros muchos cuestionamientos que con frecuencia rondan en nuestra mente. Frente a ello, el contexto, la sociedad, la religión y nuestras creencias, nos ofrecen diversos escenarios como posibles respuestas, como, por ejemplo: que los buenos van al cielo y los malos a un lugar de tormento, sin definir con certeza qué es bueno y qué es malo.

Otros supuestos afirman que pasamos al reino de los espíritus para estar con nuestros antepasados. También existe el supuesto de que entramos al “mundo” de los muertos para ser juzgados y después reencarnamos. Todos estos supuestos comparten la idea básica, de que una parte de nosotros sigue viviendo cuando nuestro cuerpo muere, esto nos lleva a que culturalmente construyamos rituales, conmemoraciones y espacios para establecer ese contacto con nuestros muertos, así por ejemplo; establecemos en el calendario un día especial para recordarlos, hacemos altares en su honor, donde colocamos una serie de elementos con un simbolismo especial, se representan los cuatro elementos, fuego, aire, tierra y viento, además de colocar comida, bebidas, flores, ropa y algunos elementos más, con la creencia de que los muertos vendrán a disfrutar de esas ofrendas, también es común ofrecerles algunas melodías, oraciones, y hasta hacerles algunas plegarias. Cada cultura establece su propia forma de recordar a sus muertos.

Otra forma de ver la muerte está relacionada con lo que escribe Salomón que dice: “los muertos no tienen consciencia de nada en absoluto”, también dice que cuando alguien muere, “perecen sus pensamientos”, es decir, que la vida es como la llama de una veladora, cuando se apaga, no va a ningún lado, simplemente deja de existir.

De lo que sí somos conscientes, y tenemos certeza, es de que cuando una persona muere, lo más común es que su cuerpo sea sepultado en una fosa cavada en la propia tierra, y se cumpla aquello de que polvo eres y en polvo te convertirás, desde luego que existen otras alternativas como la cremación, el embalsamamiento, entre otras. Físicamente sabemos dónde está el cuerpo de los muertos, mas no así, su alma y su espíritu.

Pero hay otra forma de saber dónde están los muertos, porque, “no morimos cuando morimos, seguimos vivos en quienes nos recuerdan, el olvido es nuestra muerte”. Dejemos que los cuerpos de nuestros muertos descansen en paz, y mantengamos vivos sus recuerdos en nuestro corazón, en nuestra mente y en todo nuestro ser.

Leoncio Durán Garibay / Ingeniero Agrónomo