/ martes 3 de septiembre de 2024

Perfil humano / Los judas, los tontos útiles y el retorno a la dictadura perfecta

El INE y el TEPJF aprobaron la mayoría calificada de diputados federales de la coalición oficialista de la 4T.

Siete consejeros del INE y cuatro magistrados del tribunal electoral serán recordados en la historia como los judas que traicionaron a la incipiente democracia en aras de sus intereses personales.

En lugar de defender la trinchera cedieron a las presiones gubernamentales y optaron por conceder una sobrerrepresentación legislativa injustificable y ominosa.

No contentos los morenistas con esta mayoría les ordenaron a los verdes ecologistas que les regresaran 15 diputados para controlar la coordinación política de la Cámara Baja.

Será el ex priista, ex perredista y ahora fiel morenista Ricardo Monreal el que pastoreará a la bancada de diputados oficialistas que predominará en el congreso federal que inició sus actividades el pasado primero de septiembre.

Otros dos jóvenes judas abandonaron al PRD para integrarse a la bancada morenista en el Senado que presidirá nada menos que el histriónico Gerardo Fernández Noroña, al que sus admiradores le apodan La roña.

Ahora a la coalición oficialista de senadores solo les falta otro judas para completar la mayoría calificada. Obviamente les sobrará alguno que se “sacrificará” y cambiará también de bando.

Si la pasada legislatura se destacó porque la bancada oficialista aprobó las iniciativas presidenciales sin cambiarles una coma, la actual irás más allá y acatará incondicionalmente las órdenes de quien les dio la curul.

Los tontos útiles volvieron a votar sin reflexión ni conciencia alguna por la opción oficialista otorgándole un poder omnímodo hasta para desmantelar al poder judicial y así concentrar el poder sin contrapeso legal alguno.

Su acción recuerda la anécdota que contaba Facundo Cabral: al preguntarle a su abuelo a qué le tenía más miedo el viejo militar le contestó que a los tontejos, por qué son muchos y hasta eligen al presidente.

La reacción en contra ha sido por parte de los trabajadores del poder judicial que han realizado un paro de labores y manifestaciones, una de ellas celebrada el primero de septiembre organizada por los estudiantes de derecho de la UNAM y de otras universidades.

Dos jueces federales de distrito a su vez han dictaminado amparos para detener la reforma judicial debido a que no es adecuado el proceso ya que la actual legislatura no realizó el dictamen de la misma.

Ni la clara advertencia de parte de los dos países socios comerciales de México sobre las consecuencias negativas para el tratado de libre comercio han logrado que López Obrador ceda en su descabellado propósito de llevar a cabo su criticable reforma judicial.

De llevarse a cabo arbitrariamente esta y otras modificaciones constitucionales el menor de los males es que regresaríamos a los viejos tiempos de la dictadura perfecta.

Así la denominó el escritor peruano Vargas Llosa en el siglo pasado debido a que el régimen mexicano era una dictadura que no parecía serlo, como las que eran usuales en el resto de Latinoamérica.

Sería tanto como volver al dominio pleno del ejecutivo a través del partido hegemónico y el control del poder legislativo y del judicial, el cual duró siete décadas en el siglo veinte.

El peor de los males sería que se implantara una dictadura disfrazada de socialista que llevaría al país a condiciones precarias y sin libertades como las existentes en Venezuela, Cuba y Nicaragua. Así que por si las dudas mejor hay que rezarle a San Judas Tadeo.


El INE y el TEPJF aprobaron la mayoría calificada de diputados federales de la coalición oficialista de la 4T.

Siete consejeros del INE y cuatro magistrados del tribunal electoral serán recordados en la historia como los judas que traicionaron a la incipiente democracia en aras de sus intereses personales.

En lugar de defender la trinchera cedieron a las presiones gubernamentales y optaron por conceder una sobrerrepresentación legislativa injustificable y ominosa.

No contentos los morenistas con esta mayoría les ordenaron a los verdes ecologistas que les regresaran 15 diputados para controlar la coordinación política de la Cámara Baja.

Será el ex priista, ex perredista y ahora fiel morenista Ricardo Monreal el que pastoreará a la bancada de diputados oficialistas que predominará en el congreso federal que inició sus actividades el pasado primero de septiembre.

Otros dos jóvenes judas abandonaron al PRD para integrarse a la bancada morenista en el Senado que presidirá nada menos que el histriónico Gerardo Fernández Noroña, al que sus admiradores le apodan La roña.

Ahora a la coalición oficialista de senadores solo les falta otro judas para completar la mayoría calificada. Obviamente les sobrará alguno que se “sacrificará” y cambiará también de bando.

Si la pasada legislatura se destacó porque la bancada oficialista aprobó las iniciativas presidenciales sin cambiarles una coma, la actual irás más allá y acatará incondicionalmente las órdenes de quien les dio la curul.

Los tontos útiles volvieron a votar sin reflexión ni conciencia alguna por la opción oficialista otorgándole un poder omnímodo hasta para desmantelar al poder judicial y así concentrar el poder sin contrapeso legal alguno.

Su acción recuerda la anécdota que contaba Facundo Cabral: al preguntarle a su abuelo a qué le tenía más miedo el viejo militar le contestó que a los tontejos, por qué son muchos y hasta eligen al presidente.

La reacción en contra ha sido por parte de los trabajadores del poder judicial que han realizado un paro de labores y manifestaciones, una de ellas celebrada el primero de septiembre organizada por los estudiantes de derecho de la UNAM y de otras universidades.

Dos jueces federales de distrito a su vez han dictaminado amparos para detener la reforma judicial debido a que no es adecuado el proceso ya que la actual legislatura no realizó el dictamen de la misma.

Ni la clara advertencia de parte de los dos países socios comerciales de México sobre las consecuencias negativas para el tratado de libre comercio han logrado que López Obrador ceda en su descabellado propósito de llevar a cabo su criticable reforma judicial.

De llevarse a cabo arbitrariamente esta y otras modificaciones constitucionales el menor de los males es que regresaríamos a los viejos tiempos de la dictadura perfecta.

Así la denominó el escritor peruano Vargas Llosa en el siglo pasado debido a que el régimen mexicano era una dictadura que no parecía serlo, como las que eran usuales en el resto de Latinoamérica.

Sería tanto como volver al dominio pleno del ejecutivo a través del partido hegemónico y el control del poder legislativo y del judicial, el cual duró siete décadas en el siglo veinte.

El peor de los males sería que se implantara una dictadura disfrazada de socialista que llevaría al país a condiciones precarias y sin libertades como las existentes en Venezuela, Cuba y Nicaragua. Así que por si las dudas mejor hay que rezarle a San Judas Tadeo.