/ lunes 7 de octubre de 2024

Para acompañar un café / ¡Así déjalo!

¿Qué es lo que me interesa tratar de proyectar con este título? Porque es muy interesante cómo las personas somos dadas a decidir por los demás de que no se defienda o que no nos defendamos en cualquier terreno o actividad humana, puede ser la familia, el trabajo, la política, el deporte o bien, cuestiones económicas.

Esto se me hace muy bien, muy usual pero más en perjuicio que en beneficio, porque las personas que señalan esto, como no les afecta, pueden decidir por los demás o bien, tienen interés en que la persona no se mueva para tener arreglos con otras personas, qué es lo más común.

Esto es lo que se hace en las relaciones humanas, -mal usado obviamente-, destruye a muchas personas, tanto en sus aspiraciones como en su vida particular; para entender esto analicemos que hay un derecho de libertad de expresión que está en la Carta Magna de nuestro país, pero también, pues es un derecho humano el expresarse, pero lo hemos frenado por intereses de todo tipo.

No son precisamente de beneficio, son más bien de forma artera para hacerse de alguna riqueza o de algún poder, nada más que las consecuencias son bastante crueles y supuestamente la persona que defiende un derecho se le tacha de qué le falta armonía en su manera de ser o que no es propositivo para llegar al trabajo o algún otro lugar.

Cosa qué es muy ventajosa porque, para empezar, quién faculta a la persona para determinar quién está falto de armonía o bien falto de cosa propositiva, esto es el principio, sí no tienen facultades o como se dice en lenguaje popular ¿con qué cara hablan?

El arranque es ahí, ese es buen inicio para poder entender que no todas las conductas de las personas son problemáticas, algunas son de defender derechos y aspiraciones y cómo nosotros los destruimos con vanidades, con intereses mezquinos.

Esa gente lo hace hasta porque son crueles, esto va agarrando una “caída libre” por llamarlo así, en cuanto se hace práctica cotidiana y obviamente los avances sociales y personales se ven truncados y por consecuencia, a veces se vuelven cuestiones lastimosas y tristes que se tratan de tapar con la apariencia social de que no pasa nada.

Esto por la avaricia, la maldad que enarbolamos las personas disfrazada de cosa positiva, de cosa grande e imponente qué en resumidas cuentas es ridículo, pero sí muy dañino, situación que me pone a pensar porque ahora con los cambios que se están dando en política.

Hay una guerra contra el que habla, hay una guerra para mantener el silencio, que las cosas se acomoden para el beneficio de algunas personas, pero en perjuicio del pueblo, de las mayorías y esto pues, se me hace una realidad muy triste y si lo analiza, pues nada más piense en cuántas personas han fallecido y si no los conocen, pues no importa, la verdad si no sabes quiénes son, pues no le afecta o como dicen “no me afecta a mí”, “no están en mi esfera”.

Entonces así queda la cosa y es lo que me pone a pensar y trato de comunicarlo como inquietud y no trato de atacar a nadie ni defenderme de nadie, simple y sencillamente es lo que veo en mi entorno.

Le pregunto si también usted está conforme con que le digan ¡cállese, aguántese, no digan nada!, se lo dejo de tarea, porque quienes gritan esto son los que quieren mantener controlada la situación a costa de todos, los que solos se dicen que saben, no sé qué, pero lo dicen.

Víctor Santini Reza / Doctor en Educación