Una prolongada sequía que va a cumplir ya dos años, no sólo está provocando graves daños a los sectores agrícola y ganadero del estado; los bosques igualmente empiezan a resentir sus efectos.
Después de las lluvias extraordinarias que tuvimos durante el verano del año 2022, las 10 principales presas del estado alcanzaron al mes de septiembre de ese año un volumen de almacenamiento que llegó al 84.6% de su capacidad total. Actualmente, estas presas cuentan con un almacenamiento de sólo 19.7%. De ellas, las dos más importantes para la región centro-sur del estado, la presa La Boquilla, tiene un 16% y la presa Las Vírgenes un 12%.
En lo que resta del año y principios del próximo, como sabemos, ya no se presentan lluvias de tipo torrencial, sólo las típicas lluvias y nevadas de invierno, que si bien se presentan de forma más prolongada, el volumen que aportan es mucho menor. Por otra parte, la condición de escasa humedad en los suelos por lo prolongado de la actual sequía, provocará que si se presentan lluvias, el agua no alcanzará a saturar el suelo, y por lo tanto, los escurrimientos serán mínimos.
A partir del mes de noviembre del año 2022, inició un período con precipitaciones muy por debajo del promedio histórico, y estas condiciones han prevalecido hasta hoy. Para este período, el promedio histórico de lluvia es de 789 mm; sin embargo, el volumen real que se acumuló en estos 22 meses fue de tan solo 422 mm, lo que representa un 53% de la lluvia normal.
Estas condiciones hacen prever para el próximo ciclo agrícola una situación muy complicada para la agricultura de riego que aprovecha el agua de las presas; no se tendrá agua para cubrir el próximo ciclo agrícola. De hecho, se estima que para el próximo mes de marzo, la presa La Boquilla podría alcanzar un almacenamiento cercano al 12%, por la menor lluvia que normalmente se presenta en esta época del año. Habrá igualmente una importante afectación al sector ganadero por la falta de forraje en las zonas de agostadero.
Aunque del sector forestal muy poco se menciona, están ocurriendo igualmente importantes afectaciones. Se observa ya en los bosques mortandad de árboles adultos de pino que se atribuye precisamente a esta condición de sequía. La falta de humedad provoca además un proceso de debilitamiento que hace a los árboles más susceptibles a ser atacados por plagas. Afortunadamente aún no se han detectado brotes de plagas. La Conafor ha mantenido un monitoreo permanente con sobrevuelos y recorridos de campo y no se tiene todavía ese problema, pero el riesgo sin duda persiste, y entonces los daños podrían ser mucho mayores que los que se han tenido hasta ahora.
En la opinión de técnicos forestales, en la pasada temporada de incendios se observó un comportamiento atípico del fuego; señalan que los incendios se extendían de forma mucho más rápida y explosiva de lo normal, dificultando su control. Estas condiciones, dicen, no las habían observado en años anteriores. Se ha detectado además algo inusual en bosques de zonas de transición. La manzanilla (Arctostaphylos pungens), un arbusto que se desarrolla en suelos secos y poco profundos, es una especie de alta resistencia en condiciones de poca humedad, pero este año ya se observan áreas con alta mortandad de esta planta por las condiciones de sequía excepcional que tenemos.
No se sabe si el próximo invierno tendremos las lluvias y nevadas que normalmente se presentan en esta época del año. Si esto no ocurre, los bosques estarán expuestos a mayores daños por incendios, mayor mortandad de arbolado y un alto riesgo de daño por plagas forestales. Por ello es indispensable continuar con el monitoreo y generar las estrategias para en su caso atenuar los posibles daños y proteger este valioso recurso natural que son nuestros bosques.
Ingeniero Agrónomo. Consultor forestal