/ viernes 12 de julio de 2024

La voluntad

Es cierto lo que se afirma que no existe fuerza más dinámica y más fuerte que la voluntad humana. Memoria, inteligencia y voluntad, son las tres potencias del alma, y la voluntad quizá sea la más importante.

En este mundo es mejor ser un tonto con voluntad, que un listo sin ella, pues voluntad es esa facultad de decidir y ordenar la propia conducta, sus actos, y decidir con libertad sus actitudes y conductas. La voluntad es ese poder de elección con ayuda de la conciencia.

Para un tonto con voluntad, existen muchas posibilidades de que se vuelva inteligente. En otras palabras, es preferible ser un tonto voluntarioso que un inteligente sin ella y sin rumbo.

El deseo se queda en el pensamiento, es sólo querer hacer. La voluntad pone en acción nuestros pensamientos y nuestras metas para lograr cosas concretas.

El ingrediente indispensable de la voluntad es la energía. Es la que nos da el poder real de actuar. Es la que le da poder al hombre siempre y cuando haya sido dominada. Cuando la energía no tiene dirección o guía, no contribuye a la voluntad y es peor que la inercia. Es mero desperdicio. Para que la energía alimente nuestra voluntad se requiere orden, esto es, en el caso de la vida cotidiana, mantener nuestros compromisos, disciplinar nuestros hábitos, nuestros esfuerzos, nuestros deseos; aprovechar nuestro tiempo; hacer respetar nuestros derechos y cumplir con nuestras obligaciones. Es el emplear nuestra inteligencia y nuestras riquezas si las tenemos, en cosas de provecho.

La energía, requisito de la voluntad, contribuye a lograr todo cuanto pueda hacerse en este mundo, y ninguna oportunidad ni circunstancia será capaz de formar un verdadero hombre sin ella.

Quizá sea el deber lo que nos lleva a desarrollar la voluntad en nosotros, sin embargo, Kant define dos tipos de voluntad, la santa y la humana. En la primera, dice que es aquella que únicamente puede ser determinada por la razón, no por mera inclinación, La segunda, la humana, es la que se determina demás de por la razón, también por la inclinación, dado que una inclinación nos mueve a realizar acciones que inclusive sean contrarias al deber.

Algunas acciones pueden tener consecuencias indeseables para la persona, e inclusive contrarias a la felicidad de los demás. “La buena voluntad es la que interviene cuando queremos hacer el deber por el deber”.


También debemos distinguir entre la buena y la mala voluntad. La buena, no lo es por lo que efectúe o realice, ni por su adecuación para alcanzar algún fin. Sólo se convierte en buena cuando deseamos que sea buena en sí misma.


Licenciado en Administración de Empresas. Director de Reingeniería Humana.

mgongorah@hotmail.com


Es cierto lo que se afirma que no existe fuerza más dinámica y más fuerte que la voluntad humana. Memoria, inteligencia y voluntad, son las tres potencias del alma, y la voluntad quizá sea la más importante.

En este mundo es mejor ser un tonto con voluntad, que un listo sin ella, pues voluntad es esa facultad de decidir y ordenar la propia conducta, sus actos, y decidir con libertad sus actitudes y conductas. La voluntad es ese poder de elección con ayuda de la conciencia.

Para un tonto con voluntad, existen muchas posibilidades de que se vuelva inteligente. En otras palabras, es preferible ser un tonto voluntarioso que un inteligente sin ella y sin rumbo.

El deseo se queda en el pensamiento, es sólo querer hacer. La voluntad pone en acción nuestros pensamientos y nuestras metas para lograr cosas concretas.

El ingrediente indispensable de la voluntad es la energía. Es la que nos da el poder real de actuar. Es la que le da poder al hombre siempre y cuando haya sido dominada. Cuando la energía no tiene dirección o guía, no contribuye a la voluntad y es peor que la inercia. Es mero desperdicio. Para que la energía alimente nuestra voluntad se requiere orden, esto es, en el caso de la vida cotidiana, mantener nuestros compromisos, disciplinar nuestros hábitos, nuestros esfuerzos, nuestros deseos; aprovechar nuestro tiempo; hacer respetar nuestros derechos y cumplir con nuestras obligaciones. Es el emplear nuestra inteligencia y nuestras riquezas si las tenemos, en cosas de provecho.

La energía, requisito de la voluntad, contribuye a lograr todo cuanto pueda hacerse en este mundo, y ninguna oportunidad ni circunstancia será capaz de formar un verdadero hombre sin ella.

Quizá sea el deber lo que nos lleva a desarrollar la voluntad en nosotros, sin embargo, Kant define dos tipos de voluntad, la santa y la humana. En la primera, dice que es aquella que únicamente puede ser determinada por la razón, no por mera inclinación, La segunda, la humana, es la que se determina demás de por la razón, también por la inclinación, dado que una inclinación nos mueve a realizar acciones que inclusive sean contrarias al deber.

Algunas acciones pueden tener consecuencias indeseables para la persona, e inclusive contrarias a la felicidad de los demás. “La buena voluntad es la que interviene cuando queremos hacer el deber por el deber”.


También debemos distinguir entre la buena y la mala voluntad. La buena, no lo es por lo que efectúe o realice, ni por su adecuación para alcanzar algún fin. Sólo se convierte en buena cuando deseamos que sea buena en sí misma.


Licenciado en Administración de Empresas. Director de Reingeniería Humana.

mgongorah@hotmail.com