Yanez_flor@hotmail.com
Finalmente arrancaron los tan esperados Juegos Olímpicos con sede en París. Sin duda, el evento más anhelado, es la tradicional ceremonia de apertura que embelesa los sentidos de los espectadores, eriza la piel, llena de adrenalina y orgullo. Siempre se busca superar la inauguración a los Juegos que le precedieron y por lo general, lo consiguen. A mi parecer, de los mejores a la fecha, han sido estos de París 2024.
Como buenos franceses, debían causar polémica de una manera original con un evento perfectamente bien pensado y ejecutado. Aunque fue espectacular, resultó controversial para muchos y lo redujeron a una burla profana, inmoral y de indignación religiosa. El momento más “escandaloso” fue la representación de una obra de arte de 1635 a cargo de Drag Queens y Kings titulada “Festin des Dieux” de Jan Harmensz van Bijlert. Los “agraviados” (apegados a la religión católica o cristiana) lo confundieron con el cuadro de “La última Cena” de Leonardo DaVinci y sin investigar de qué se trataba, se lanzaron con mensajes de odio y repudio a los Juegos Olímpicos de París. Así, con ojos de creencias religiosas, no de razón, causaron revuelo y escándalo en la sociedad. Fue triste que mal interpretaran esta escena y que se perdieran del resto de la apertura que todo en su conjunto, fue tremendamente conmovedor.
Este cuadro “ofensivo” representa la boda entre Tetis y Peleus en el Monte Olimpo. Es un banquete donde aparece el Dios Baco al lado de otros Dioses de la mitología griega, que bailan al son de prominentes bailes. Se tocó un Rave a cargo de una DJ mujer activista y lesbiana de talla grande, portando una corona de puntas (esto rompe con estereotipos y discriminación hacia personas por su apariencia); el Dios Baco lo representó un hombre semidesnudo pintado de azul con barba rojiza y los otros Dioses, aparecieron con extravagantes vestimentas detrás de una mesa con un banquete de comida, platos de frutas y flores. Luego hombres y mujeres de todas las razas, Drag Queens, Drag Kings, personas con discapacidad, jóvenes e infantes, desfilaron por la pasarela de “Haute Couture” típica de Francia.
Mágicamente apareció un piano de cola en llamas flotando sobre el Sena y una mujer cantando “Imagine” de John Lennon, que complementó con su bella letra lo que se quiso decir con la obra. Luego, el presidente del comité organizador dió un conmovedor discurso: “Hemos roto las reglas porque la discriminación no puede existir, tampoco un mundo disparejo. Esta noche hemos demostrado cómo puede ser bella la humanidad cuando está junta”.
Fue un homenaje a la inclusión, pero cada quién lo vio con ojos distintos y atacaron el mensaje. Ello reveló que la discriminación, el odio y el rechazo a lo distinto aún existen. Quienes se sintieron ofendidos, quizá aún vivan dentro de la Caverna de Platón, cegados con una espada desenvainada que atenta contra lo limitado que conocen y aceptan. Sus creencias justifican el odio y la violencia hacia las minorías, orillándolos a un fanatismo que divide al mundo en “nosotros y ellos”.
Recomiendo ver de nuevo la inauguración con ojos objetivos, abiertos al arte, a la historia, a la música y a la genialidad francesa, en lugar de atacarla. Lejos de ofender, abraza a la humanidad, la respeta en su diversidad y promueve el amor sin prejuicios. Vuélvala a ver, luego platicamos.
Maestra en Derechos Humanos, Consultora en resolución de conflictos Y conservación de la paz para empresas
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