Hoy la tinta brilla con felicidad, porque el homenaje que se refleja en estas letras es para una persona muy cercana y querida, que además ha concretado su etapa laboral dentro de la educación para disfrutar de su merecida jubilación.
Conocí a Norma Esparza Ogaz cuando cursábamos la licenciatura en Docencia Tecnológica. Aunque no compartíamos el salón de clases, su presencia y personalidad son imposibles de pasar desapercibidas. Además de una conexión inmediata, compartimos la experiencia de estar embarazadas al mismo tiempo. Esos momentos quedaron grabados en mi memoria. En nuestras conversaciones, confirmé que la belleza, la inteligencia y la fluidez al hablar, junto con muchos otros atributos, la describen perfectamente.
Desde el inicio, nació una amistad sincera, que se fortaleció pocos meses después cuando obtuve mi cambio a la escuela secundaria Técnica 31. De inmediato, me cobijó con su amistad y apoyo constante. Norma siempre estaba al frente de algún comité, destacando por su entusiasmo, entrega y profesionalismo en todas las actividades que emprendía.
Norma cursó su educación secundaria en el mismo lugar donde prestaba sus servicios. Posteriormente, se formó como secretaria y contadora privada, desempeñándose durante dos años en las oficinas de Coca Cola. El 1 de febrero de 1990, comenzó a trabajar en la secundaria Técnica 31, y en octubre de 2024 firmó el documento que certifica su prejubilación, la cual se hará efectiva en enero de 2025.
Treinta y cinco años de labor ininterrumpida son testimonio de innumerables aprendizajes, enseñanzas, vivencias y experiencias. Durante su carrera, ha sido testigo de varias reformas educativas y ha visto graduarse a generaciones que llevan en su formación su toque didáctico y pedagógico.
Cuando cubrí un interinato en el taller de secretariado, me acerqué a su experiencia y conocimientos. Al igual que en el cuidado que siempre ha mostrado en su vestimenta y conducta ante su familia y la comunidad educativa, en su ámbito profesional destaca por su dominio de contenidos y por el trato afectuoso y respetuoso hacia sus alumnos.
Con el tiempo, nuestra amistad creció y comenzamos a conocernos más en el ámbito personal. Norma, siendo la menor y la única mujer entre sus hermanos: Arturo Ángel, Heriberto Antonio, Juan Ramón, Hugo, Leonardo y Pedro, siempre fue diligente y atenta en el cuidado de sus padres. Su fallecimiento dejó una herida profunda en su alma, pero también reforzó los lazos de amor y protección entre sus hermanos.
Su núcleo familiar está formado por la presencia amorosa de su esposo, el ingeniero José Luis Franco, y sus hijos: Cristina, José Luis, Carolina y Clemente. Todos ellos, junto a sus hermanos, familiares y amigos, estuvieron presentes en el festejo de despedida organizado por el director de la institución, el profesor Raúl Méndez, así como por compañeros de trabajo y alumnos, quienes resaltaron sus muchas cualidades y su destacada labor a lo largo de los años.
No cabe duda de que los años de trabajo de Norma dejaron una huella profunda en quienes tenemos la fortuna de conocerla y aprender de ella. Como educadora, su enfoque en el bienestar de sus alumnos, su capacidad para adaptarse a los cambios en la enseñanza y su dedicación incansable al crecimiento personal y profesional son solo algunas de las razones por las cuales se le recuerda con tanto cariño. Cada generación que pasó por sus aulas no solo adquirió conocimientos, sino también valores y principios que les servirán toda la vida.
Su labor no se limitó a impartir clases. Su liderazgo, demostrado en los diferentes comités y proyectos en los que participó, habla de una persona comprometida con la mejora constante de su entorno. Fue una mentora para colegas y alumnos por igual, siempre dispuesta a compartir su experiencia y a ofrecer una palabra de aliento.
Ahora, mientras Norma se prepara para disfrutar de una nueva etapa en su vida, sabemos que su esencia seguirá presente en todo lo que haga. La jubilación no es un adiós, sino el comienzo de un capítulo donde podrá cosechar los frutos de todo su esfuerzo y dedicación. Sabemos que seguirá siendo esa persona inspiradora, tanto para su familia como para quienes la rodean.
Querida Norma, tu legado en la educación es imborrable, y tu influencia continuará reflejándose en las vidas que has tocado. ¡Te deseamos la mayor de las felicidades en esta nueva etapa, llena de descanso, viajes, aventuras y momentos inolvidables!